El padecimiento, conocido como retinopatía diabética, es la causa más común de la pérdida de visión en los adultos en edad de trabajar en Estados Unidos.
Esto se produce cuando los vasos sanguíneos normales en el ojo son reemplazados con el tiempo por vasos sanguíneos anormales permeables y frágiles que dejan escapar fluido o sangran en el ojo, dañando la retina sensible a la luz y provocando ceguera.
Entre el 40 y el 45 por ciento de los estadounidenses con diabetes sufre retinopatía diabética, según el Instituto Nacional del Ojo.
El sellado con láser de los vasos sanguíneos del ojo puede salvar la visión central, pero a menudo sacrifica la visión periférica y nocturna, afirma el profesor asistente de Oftalmología en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins Akrit Sodhi, uno de los autores de este estudio, cuyos detalles se relevan en un artículo publicado este lunes en “Proceedings of the National Academy of Sciences”.
-Búsqueda de un fármaco-
Varios fármacos recientemente desarrollados —bevacizumab, ranibizumab y aflibercept— pueden ayudar a tratar estos vasos sanguíneos mediante el bloqueo de la acción de VEGF, el llamado factor de crecimiento liberado como parte de una cadena de señales en respuesta a niveles bajos de oxígeno, lo que a menudo estimula el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos anormales. Pero los estudios han demostrado que, aunque estos fármacos ralentizan la progresión de la retinopatía diabética proliferativa, no la previenen.
El investigador postdoctoral Savalan Babapoor-Farrokhran, y Kathleen Jee, una estudiante de la Escuela de Medicina, que comenzará su residencia en Oftalmología en el “Wilmer Eye Institute” de Johns Hopkins el próximo año, analizaron los niveles de VEGF en muestras de líquido del ojo tomado de personas sanas, individuos con diabetes que no padecían retinopatía diabética y enfermos con retinopatía diabética de diversa gravedad.
Aunque los niveles de VEGF tendían a ser mayores en aquellos con retinopatía diabética proliferativa, algunos tenían menos VEGF que en los participantes sanos. Pero incluso el fluido con bajo nivel de VEGF de pacientes con retinopatía diabética proliferativa estimuló el crecimiento de los vasos sanguíneos en las células cultivadas en laboratorio.
“Los resultados sugieren que aunque VEFG desempeña claramente un papel importante en el crecimiento de los vasos sanguíneos, no es el único factor”, añade Sodhi.
Una serie de experimentos en células humanas y ratones de laboratorio reveló un segundo culpable, una proteína llamada angiopoyetina 4.
Cuando los investigadores bloquearon la acción de VEGF y angiopoyetina-4 en el líquido de los ojos de las personas con retinopatía diabética proliferativa, redujeron notablemente el crecimiento de los vasos sanguíneos en las células cultivadas en laboratorio.
Si se puede encontrar un medicamento que bloquea de forma segura la acción de la segunda proteína en los ojos de los pacientes, puede combinarse con los fármacos antiVEGF para prevenir muchos casos de retinopatía diabética proliferativa, sugiere Sodhi.
El equipo está ahora investigando si angiopoyetina- 4 también podría desempeñar un papel en otras enfermedades oculares, como la degeneración macular, que destruye la parte central de la retina.