Mejía dijo que en la granja, localizada en el municipio de San Manuel, departamento de Cortés, unos 220 km al norte de Tegucigalpa, quedan unos 9 mil ejemplares de la especie cocodrilo americano (Crocodylus acutus) después de que murieron unos 400 a causa del hambre.
Indicó que a principios de noviembre, empleados del Instituto de Conservación Forestal y las alcaldías de San Manuel y del vecino municipio de Villanueva llevaron un cargamento de comida para los cocodrilos y nueve leones africanos en la misma situación.
Mejía explicó que los animales han sido alimentados con vísceras donadas por granjas avícolas y una empresa exportadora de tilapia localizada a unos 100 km del refugio, pero que no tiene dinero para pagar el transporte, equivalente a unos 110 dólares por viaje.
“Los cocodrilos grandes han comido una vez al mes y los pequeños dos veces por semana y todos deberían de comer cuatro veces por semana” , deploró el experto.
Añadió que la situación legal de la empresa sigue sin definirse porque Cocodrilos Continental quedó excluida de las empresas intervenidas por Estados Unidos y Honduras a la familia, pero resultó afectada con el congelamiento de las cuentas.
No obstante, los Rosenthal están pagando el salario a l6 empleados que permanecen en la finca.
La empresa Cocodrilos Continental, según su sitio web, fue creada con “fines comerciales” y de “conservación de la especie” , con un presupuesto anual de un millón de dólares.
Su objetivo era exportar la carne y las pieles a Estados Unidos y Canadá.
El problema surgió el 7 de octubre, cuando el Departamento del Tesoro y tribunales de Nueva York y de Miami acusaron por narcotráfico y lavado de activos al empresario hondureño Jaime Rosenthal, exvicepresidente de la República (1986-1990) y catalogado como uno de los hombres más ricos de Honduras, a su hijo Yani; su sobrino Yankel y su abogado, Andrés Acosta. Un día antes Yankel había sido detenido en Miami.
El Departamento del Tesoro congeló siete empresas de la familia y el gobierno hondureño ordenó el cierre del Banco Continental, del que salían los fondos para mantener el criadero de cocodrilos.