Una de las formas más gráficas de percibir el desplazamiento de esta ventana hacia posiciones más extremas puede verse en la televisión estadounidense, donde algunos debates entre progresistas y conservadores han pasado a ser entre conservadores y conservadores pro Trump.
Entre los factores que influyen en esta aceptación de lo inaceptable se encuentran la desinformación, las apelaciones a las emociones, los errores y la lógica, según destaca el Centro Mackinac, cuyo difunto vicepresidente Joseph Overton desarrolló esta teoría.
“Trump es un maestro empujando hacia los límites en una gran cantidad de políticas públicas y aspectos de preocupación pública entre republicanos y conservadores”, explicó Brian Harrison, experto en Ciencias Políticas estadounidenses de la Universidad de Northwestern, en Illinois.
El doctor citó a la opinión de los conservadores sobre el líder ruso, Vladimir Putin, como uno de los ejemplos más claros donde se percibe cómo Trump ha modificado los márgenes de aceptación, en este caso hablando en términos positivos sobre el presidente.
De este modo, según una serie de sondeos YouGov recogida por el medio Vox, el porcentaje de republicanos que tenían una visión favorable o muy favorable sobre el jefe del Kremlin pasó del 8 por ciento en diciembre del 2014 a ser del 37 por ciento justo después de las elecciones presidenciales del 2016.
Según Harrison, esta práctica es “relativamente común” entre presidentes para cambiar la opinión entre los partidarios de su formación, “pero quizá no en el mismo grado en el que Trump la está utilizando”.
También lo cree así Steven Schier, profesor de Ciencias Políticas en la Carleton College de Minesota, quien enfatizó que otros mandatarios ejercen esta vía, pero “nunca de la forma en la que Trump lo hace”.
“Normalmente los presidentes lo hacen de una forma más gradual y medida, como es el caso de (Barack) Obama, pero Trump es temerario, abrupto y a veces vulgar a la hora de hacerlo”, aseguró el académico, quien cree que nadie además del propio Trump tiene el poder de guiar estratégicamente su retórica.
Sin embargo, emplear estas técnicas es arriesgado, así lo apuntan desde el Centro Mackinac, cuyo presidente, Joseph Lehman, advirtió de que si el político en cuestión se posiciona muy alejado de la ventana de lo aceptable y tensa la cuerda en exceso, ésta puede terminar por romperse.
Por su parte, Michael Cornfield, profesor de Liderazgo Político de la Universidad George Washington, cree que aún es “demasiado pronto” para evaluar si el mandatario ha conseguido cambiar los estándares de retórica y conducta presidencial y lo vincula a los éxitos que deriven de sus políticas.
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