La votación continuaba aún, tras una maratónica jornada marcada por virulentos ataques entre las bancadas oficialistas y las de la oposición. Varios diputados gritaron consignas de “Fora Temer” (“Fuera Temer”) al emitir su voto en el hemiciclo.
Una derrota para el presidente era considerada de antemano como improbable, ya que éste cuenta aún con numerosos aliados parlamentarios.
La votación en el Congreso era vista como el último escollo para que el líder conservador consiga mantener el mandato que heredó el año pasado tras la destitución de su predecesora, su ex aliada política Dilma Rousseff, y que finaliza el 31 de diciembre deL 2018.
El Gobierno de Temer está arrinconado desde que salió a la luz el escándalo de corrupción a mediados de mayo, cuando se dio a conocer una denuncia del empresario Joesley Batista, dueño del gigante del sector de la carne JBS.
Esta crisis se produce menos de 15 meses después de la caída de la presidenta de izquierda Dilma Rousseff, destituida por el Congreso por manipulación de las cuentas públicas y reemplazada por Temer, quien era su vicepresidente.
Entre otras pruebas, Batista entregó a la Justicia un audio grabado a escondidas de una conversación suya con Temer, en la que el presidente parece avalar el pago de coimas a políticos.
En junio, la fiscalía denunció formalmente al mandatario por corrupción pasiva, lavado de activos y asociación criminal. Al tratarse de un jefe de Estado, el Congreso tenía que levantar la inmunidad de Temer para que éste pueda ser juzgado.
En junio, el Tribunal Superior Electoral había evitado ya la anulación del mandato presidencial. Aunque no estaba vinculado con la denuncia de corrupción, el juicio por supuestas irregularidades en la elección de Temer en 2014 (entonces como vicepresidente de Rousseff) era vista como una posible salida a la grave crisis institucional.
El caso de Temer está enmarcado en la megacausa “Lava Jato” (“Lavado de autos”), que desató una ola de escándalos en torno a casi toda la clase política brasileña hace tres años. La Justicia acusa a decenas de políticos de haber aceptado sobornos de empresas interesadas en hacer negocios con la petrolera estatal Petrobras.
La victoria de Temer en el Congreso no implica ahora una salida a la crisis política en el gigante sudamericano, que pone en peligro la tímida recuperación económica tras dos años de una profunda recesión.
El Producto Interno Bruto brasileño se contrajo en un acumulado del -7,4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en 2015 y 2016.
Cuestionado desde que asumió el cargo tras la controvertida destitución de Rousseff, Temer cuenta actualmente apenas con un cinco por ciento de apoyos entre la población.
El dominio de Temer en el Congreso contrasta con su popularidad de apenas 5 por ciento, la peor desde el retorno de la democracia en 1985, según un reciente sondeo Ibope. Un 81 por ciento de los brasileños apoya además que el mandatario sea juzgado, de acuerdo con el mismo instituto.
El fiscal general, Rodrigo Janot, ya ha sugerido que presentará más denuncias contra el presidente. Muchos analistas consideran por eso que la inestabilidad política acompañará a Brasil al menos hasta el final del mandato de Temer.