El príncipe heredero Federico, la primera ministra danesa, Helle Thorning-Schmidt; otros miembros del gobierno y políticos a nivel nacional y local siguieron la ceremonia desde un lateral del escenario, donde también estaban el primer ministro sueco, Stefan Löfven, y el ministro de Exteriores noruego, Børge Brende.
Mientras decenas de agentes fuertemente armados vigilaban la zona, la ceremonia arrancó con un tema de gran contenido simbólico: “Man binder os på mund og hånd” (Nos tapan la boca y nos atan las manos), una canción vinculada a la resistencia danesa a la ocupación nazi, a la que siguió el inevitable “Imagine” de John Lennon.
Después de invitar a los asistentes a mantener un minuto de silencio, Thorning-Schmidt defendió en su discurso que la respuesta a los atentados es “una sociedad fuerte” en la que musulmanes, judíos y cristianos estén “hombro con hombro.”
“No estáis solos, un ataque a los judíos daneses es un ataque a Dinamarca”, dijo en referencia al tiroteo en la sinagoga de Copenhague en el que murió un joven la primera ministra, arrancando los primeros aplausos en la multitud, que creaba un mar de luz con las antorchas repartidas por la organización.
El presidente de la Sociedad Judía de Dinamarca, Dan Rosenberg Asmussen, se mostró emocionado por una ceremonia “increíblemente hermosa y triste a la vez” y dijo que los judíos daneses nunca olvidarán el calor y la simpatía mostrada estos días.
Miles de ciudadanos han pasado ayer y hoy por la sinagoga para mostrar su respeto, dejar flores o encender velas.
Junto a las verjas que rodean el edificio -custodiado por una fuerte presencia policial- descansan cientos de ramos de flores, banderas danesas e israelíes y otras muestras de agradecimiento de la comunidad judía a Dan Uzan, el “héroe” de 37 años que hacía de guardia de la sinagoga y que murió de un disparo en la cabeza.
Balones de baloncesto y una bufanda del equipo en que jugaba recordaban a Uzan, mezclados con textos en danés, hebreo y árabe, con lemas como “musulmanes y judíos se niegan a ser enemigos.”
En esa idea incidió Asmussen, que lucía sobre el escenario la tradicional kipá: judíos y musulmanes están “juntos” contra “un enemigo común”, el extremismo; unas palabras que se llevaron las mayores ovaciones de la noche.
El embajador de Francia, François Zimeray, que asistía al debate en el centro cultural en el momento del atentado, confesó haber salvado la vida de milagro, mientras el presidente del sindicato de policías, Claus Oxfeldt, recordó a los cinco agentes heridos leves en los dos atentados del fin de semana.
La concentración en Copenhague culminó una jornada en la que varias localidades de todo el país celebraron actos similares en recuerdo de las víctimas.
Las flores depositadas estos días en las escenas del doble ataque no son las únicas: el lugar en el barrio multicultural de Nørrebro donde fue abatido ayer de madrugada el supuesto tirador también apareció hoy con varios ramos.
Un grupo de jóvenes con la cara cubierta, que dijeron ser amigos del fallecido, las retiraron horas después ante las cámaras de la televisión danesa y dejaron en su lugar dos papeles con un texto en árabe y danés mostrando su deseo de que descanse en paz.