El resultado de esta encuesta reafirma la tendencia ya detectada por otras divulgadas en los últimos treinta días.
El pasado 1 de julio, cuando se cumplían seis meses del inicio del segundo mandato de Rousseff, un sondeo del Instituto Ibope situó el apoyo al Gobierno en un 9 %, diez días después de que otro de la firma Datafolha lo hubiera ubicado en un 10 %.
En todos los casos, las encuestas identificaron como uno de los factores del malestar el impacto de los escándalos en la estatal Petrobras, por el que se investiga a medio centenar de políticos que en su mayoría pertenecen a la base de apoyo a la mandataria.
En esa trama participaron también directivos de varias de las más importantes empresas privadas del país, que eran beneficiadas con contratos amañados en la petrolera y luego repartían parte de sus ganancias con los políticos que amparaban esas ilegalidades.
Según admitió la propia petrolera en sus balances, la vasta red de corrupción tejida alrededor de sus negocios le causó pérdidas equivalentes a unos 2 mil millones de dólares en la última década.
Tanto la encuesta de MDA como las anteriores atribuyeron también el derrumbe de la popularidad de Rousseff a la delicada situación económica del país, que según analistas del mercado financiero y organismos internacionales se agravará en los próximos meses.
El Gobierno ya ha admitido que la economía se contraerá este año un 1.2 %, aunque la opinión de los mercados es que el derrumbe será de al menos un 1,7 % y podría llegar o incluso superar el 2 %.
Otras proyecciones de los analistas ya sitúan la inflación para este año en un 9.5 % y el fantasma del desempleo se ha comenzado a asomar en todos los sectores productivos del país.
Según los últimos datos oficiales, la tasa de desempleados llegó en mayo pasado al 6,7 %, frente al 4,8 % en que cerró en 2014.
Esa combinación de corrupción y deterioro económico ha llevado a grupos minoritarios de la oposición a plantear la posibilidad de un juicio político con miras a la destitución de Rousseff, cuyo nuevo mandato aún no llega a sus primeros siete meses y debe concluir el 1 de enero del 2019.
En la encuesta difundida hoy, MDA preguntó sobre el escándalo en Petrobras y dijo que un 69,2 % consideró que Rousseff tiene algún grado de culpa.
En ese sentido, un 62.8 % de las personas consultadas se mostró a favor de que Rousseff sea sometida a un juicio político, frente a un 32.1 % que se declaró en contra.
El acelerado desgaste de Rousseff, quien fue reelegida en octubre del año pasado con un 51 % de los votos, ha comenzado a reflejarse en la amplia y variopinta coalición de nueve partidos que apoya al Gobierno, algunos de los cuales se plantean la posibilidad de dar un paso al costado y pasar a engrosar la oposición.
Es el caso del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), liderado por el vicepresidente Michel Temer, que constituye la principal fuerza electoral del país y en el que cada vez más voces exigen una ruptura con el Gobierno de Rousseff.
Aunque Temer ha minimizado esa posibilidad, el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, otro influyente y polémico líder del PMDB, ha anunciado que la planteará formalmente durante una convención que esa formación celebrará en septiembre próximo.
La encuesta de MDA, sin embargo, no solo detectó el derrumbe de la popularidad de Rousseff, sino la pésima opinión que los brasileños tienen de los partidos políticos.
De acuerdo al sondeo, las iglesias son las instituciones que más confianza inspiran entre los brasileños, con un 43 %.
Las siguen en orden decreciente las Fuerzas Armadas (19.2 %), la prensa (13.2 %), la Justicia (10 %), la Policía (8.9 %), el Gobierno (2 %), el Parlamento (1.6 %) y los partidos políticos (1 %).
Brasil lleva más de cuatro años de crecimiento económico bajo o nulo y las proyecciones oficiales y privadas indican que se contraerá entre 1.5 y 1.7% en el 2015. Esa correlación se expresó en el 60.4% de personas para quienes la crisis económica es el problema más grave de Brasil.