Sus recientes triunfos en Indiana y West Virginia, no obstante, animan a sus partidarios, que juegan con la idea de que su candidatura sigue tomando impulso.
“No creo que entiendan las consecuencias” que puede tener la prolongación de la primaria demócrata, afirmó la senadora Dianne Feinstein, que apoya a Clinton y quien medió en el encuentro entre la exprimera dama y Barack Obama que selló la paz entre ambos durante las primarias del 2008.
“Es perjudicial porque no puede enfocarse en la elección general, como debería hacer”, agregó. “Trump ya lo está haciendo”.
Clinton no le ha pedido a Sanders que se retire en vista de que ella misma se mantuvo en la contienda hasta bien entrado junio en el 2008. Pero ahora que Trump se aseguró la nominación republicana, muchos demócratas creen que podrá sacarle provecho a la decisión de Sanders de seguir dando pelea y que podría tratar de captar el voto de los sectores independientes que apoyan al senador.
“Solo espero que comprenda que tenemos que empezar a consolidar nuestro voto”, dijo el representante Steve Israel, que apoya a Clinton. “Los demócratas no podemos esperar tanto”.
Si bien Clinton en las dos últimas semanas se ha concentrado en criticar a Trump, sus allegados dicen que el tener que pelear en dos frentes afecta sus posibilidades de cortejar a los partidarios de Sanders y al mismo tiempo a los sectores independientes que podrían inclinarse por Trump.
Además, debe dedicarle tiempo a los estados donde hay primarias en lugar de enfocarse en aquellos que podrían inclinar la balanza en las elecciones generales.
La insistencia de Sanders en mantenerse en la contienda, por otro lado, hace que Obama y el vicepresidente Joe Biden se mantengan al margen, lo que priva a Clinton de dos figuras de peso que pueden rendirle muchos dividendos.
“Demora el despegue de la campaña (de Clinton) de cara a los comicios presidenciales”, dijo el senador demócrata Sherrod Brown, de Ohio, uno de los estados donde se esperan siempre votaciones reñidas.
Sanders, no obstante, tiene otras ideas y le dice a los miles de partidarios que van a sus actos que todavía puede conseguir la nominación.
“Por favor, no me hablen de los problemas de Hillary Clinton”, dijo Sanders en una reciente entrevista con MSNBC. “Es un camino duro, pero vamos a pelear hasta el último voto”.
No hay dudas, sin embargo, de que su campaña agoniza. Su capacidad de recaudar fondos mermó un 40% el mes pasado y ha tenido que dejar ir a cientos de colaboradores. Y haría falta un milagro para que Clinton no se asegure matemáticamente la nominación a principios de junio.
Lo mire por donde se lo mire, Clinton está ganando la contienda demócrata con bastante amplitud. Triunfó en 23 estados, contra los 19 de Sanders, y sacó 3 millones de votos más que su rival.
Tiene el 94% de los delegados necesarios para asegurarse la nominación, lo que quiere decir que podría perder por paliza todos los estados donde habrá primarias y de todos modos conseguir los delegados necesarios siempre y cuando los superdelegados que le prometieron su voto cumplan con su palabra.
La presencia de Sanders, de todos modos, es un irritante.
“Cuando empieza a darle duro (a Clinton), se me ponen los pelos de punta”, expresó la senadora demócrata Claire McCaskill. “Le da munición” a Trump.
Los partidarios de Clinton afirman que Sanders puede hacer muchas cosas desde su vieja banca del Senado y debería dar un paso al costado y pensar en el futuro. Si los demócratas consiguen la mayoría, Sanders seguramente sería designado presidente del poderoso comité presupuestario del Senado.