La manifestación, que contaba con la autorización del Gobierno, recorrió unas 15 cuadras por la principal avenida de Santiago, la cual estuvo salpicada por actos vandálicos cometidos por encapuchados que se enfrentaron a efectivos antimotines.
La violencia llegó a su punto máximo cuando atacaron la iglesia salesiana de la Gratitud Nacional, la cual saquearon, llevándose algunos artículos religiosos y la imagen grande del Cristo crucificado, que destrozaron casi completamente a golpes.
“Vamos a preparar una denuncia y vamos a ver qué sucede, porque son situaciones que hemos hecho sentir a la Intendencia (Gobernación)” de Santiago, dijo el sacerdote salesiano Galvarino Jofré.
Dicha intendencia es la que autoriza las marchas, que en su mayor parte pasan por un costado de la iglesia atacada.
Por su parte, el ministro del Interior, Mario Fernández, señaló que “debemos trabajar todos los chilenos para ir impidiendo que en nuestra juventud se vayan extendiendo este tipo de conductas. Esto no puede ser sano…para una sociedad”.
Gabriel Iturra, presidente de los estudiantes de la Universidad Central, aseguró que el saqueo no fue un acto del movimiento estudiantil, sino de otro grupo.
El hecho será investigado por el fiscal Marcelo Cabrera, quien advirtió que la persona que agreda un monumento nacional puede ir a la cárcel de 541 días a cinco años.
Los efectivos antimotines pocas veces detienen a los encapuchados.