Detectar rocas espaciales que nunca se habían observado depende de avistar destellos de luz solar en sus superficies. No obstante, algunos asteroides ocupan rincones del cielo en los que el brillo del Sol los cubre y, como brasas que revolotean enfrente de una pira termonuclear, se pierden a la vista.
El año pasado, con la esperanza de hallar asteroides cubiertos en un exceso de luz solar, un equipo internacional de astrónomos incorporó una cámara diseñada principalmente para investigar la energía oscura del universo, la cual es notoria por ser escurridiza. En un anuncio del lunes basado en una investigación publicada primero en septiembre por The Astronomical Journal, los investigadores anunciaron el descubrimiento de tres nuevos proyectiles sumergidos en luz.
Uno de ellos, el 2022 AP7, tiene un largo aproximado de 1.5 kilómetros y su órbita cruza la de la Tierra alrededor del Sol, por lo que se acerca hasta 7.08 millones de kilómetros a nuestro planeta, una cercanía incómoda en términos cósmicos (aunque está mucho más distante que la Luna de la Tierra). Esto convierte al 2022 AP7 en “el asteroide potencialmente peligroso más grande que se haya encontrado en más o menos los últimos ocho años”, comentó Scott Sheppard, astrónomo del Instituto Carnegie para las Ciencias en Washington D. C. y autor del estudio.
Después de que el asteroide fue descubierto en enero, otros observatorios estudiaron su movimiento y otros astrónomos realizaron una identificación retrospectiva y lo ubicaron en imágenes más antiguas. Este conjunto de datos dejó claro que no visitará la Tierra durante el próximo siglo ni quizá en mucho más tiempo.
“Hay una probabilidad bajísima de un impacto en el futuro próximo”, mencionó Tracy Becker, científica planetaria del Instituto de Investigación del Suroeste que no participó en el estudio.
Sin embargo, la fuerza gravitacional de los objetos en el sistema solar —incluido nuestro propio planeta— garantiza que los asteroides que se cruzan con la Tierra no bailen de la misma manera para siempre. El asteroide 2022 AP7 no es la excepción. “Con el tiempo, este asteroide se volverá cada vez más brillante en el cielo cuando empiece a cruzarse con la órbita de la Tierra y se acerque cada vez más adonde en realidad está nuestro planeta”, comentó Sheppard.
Es posible que “muy en el futuro, en los próximos mil años, pueda ser un problema para nuestros descendientes”, comentó Alan Fitzsimmons, astrónomo de la Universidad de la Reina de Belfast, quien no estuvo involucrado en el estudio.
¿Qué pasaría si, en la línea de tiempo más desafortunada, el 2022 AP7 termina por impactar la Tierra?
“Los llamamos asesinos de planetas”, mencionó Sheppard. “Si este impacta contra la Tierra, causaría una destrucción a nivel planetario. Sería pésimo para la vida como la conocemos”.
No obstante, como estamos a salvo durante muchas generaciones, la órbita de este asteroide no es su característica más notable. “Lo interesante del 2022 AP7 es que es relativamente grande”, opinó Cristina Thomas, astrónoma planetaria de la Universidad del Norte de Arizona, quien no estuvo involucrada en el estudio. Su existencia sugiere la idea perturbadora de que otros asteroides colosales, ocultos por el brillo del Sol, siguen sin ser descubiertos.
En la actualidad, los astrónomos que buscan asteroides potencialmente peligrosos —los que se acercan al menos a 7.4 millones de kilómetros de la Tierra y son demasiado corpulentos como para ser incinerados sin consecuencias en nuestra atmósfera— se enfocan en encontrar rocas de unos 140 metros de ancho. Lo más probable es que haya decenas de miles de ellos y menos de la mitad han sido identificados. Podrían producir una destrucción de la escala de un país. Ese tipo de amenazas han motivado a la Nasa y a otras agencias espaciales a desarrollar misiones de defensa planetaria como la DART, la nave espacial que en septiembre ajustó con éxito la órbita de un asteroide pequeño e inofensivo.
Ya se ha encontrado la mayoría de los asteroides con una longitud mayor o igual a 1 kilómetro de largo: mucho menos comunes, pero capaces de una devastación global. Sin embargo, “sabemos que todavía hay más por encontrar”, comentó Fitzsimmons.
Sin duda, hay varios que se escabullen cerca de Mercurio y Venus. No obstante, es “increíblemente difícil descubrir objetos dentro de la órbita de la Tierra con nuestros actuales telescopios de descubrimiento”, señaló Thomas. Durante la mayoría de las horas del día, el Sol deslumbra los telescopios de la Tierra y solo se pueden avistar objetos en los pocos minutos cerca del ocaso.
Para superar esta limitante, los astrónomos que detectaron el 2022 AP7 usaron la Cámara de Energía Oscura en el Telescopio Víctor M. Blanco de cuatro metros de apertura en Chile. Este telescopio no solo puede examinar grandes porciones del cielo, sino que también tiene la sensibilidad necesaria para encontrar objetos apenas visibles que están envueltos en luz solar. Hasta ahora, la cámara ha encontrado otros dos objetos cerca de la Tierra: uno del tamaño de un asesino de planetas cuya órbita nunca cruza la de la Tierra, pero lo lleva más cerca del Sol de lo que haya estado cualquier otro asteroide conocido, por lo que su superficie se flambea a temperaturas extremas que pueden convertir el plomo en líquido; y una roca más pequeña capaz de asesinar un país que no representa ningún riesgo.
Con el tiempo, la misión NEO Surveyor de la Nasa, que detecta objetos cercanos a la Tierra, eclipsará las capacidades de estudio durante el ocaso. Tras ser lanzado esta década, este observatorio infrarrojo que orbitará la Tierra observará el brillo del Sol y encontrará la mayoría de los asteroides peligrosos que no han detectado otros estudios.
“Queremos hacer todo lo posible para no ser sorprendidos”, comentó Thomas. Por eso existen estos estudios: para encontrar con mucho tiempo de anticipación los asteroides capaces de impactar la Tierra a fin de que, por medio de pinchazos energéticos o explosiones nucleares, podamos regresar a estos monstruos a las sombras.