Guerra de cifras
Los sindicatos, liderados por la Confederación General del Trabajo (CGT) , esperaban movilizar a decenas de miles de personas para reafirmar su oposición a la “reforma laboral” del Ejecutivo, una movilización inédita contra un gobierno socialista desde hace al menos 70 años.
Según la CGT, una de las tres centrales convocantes, las manifestaciones congregaron a 1.3 millones de personas en toda Francia. La policía habló por su parte de 125.000 en todo el país.
El objetivo de los sindicatos era superar la cifra de 1,2 millones de manifestantes registrados en Francia, según ellos, el 31 de marzo en 250 ciudades (390 mil manifestantes según las autoridades) .
“Yo he participado en todas las manifestaciones desde marzo, porque quiero vivir con dignidad y no sólo sobrevivir. Quiero la retirada pura y simple [de la “reforma laboral”]. Esto terminará cuando se produzca la retirada” , asegura Aurélien Boukelmoune, un técnico del sector de la energía de 26 años.
Unas 50 ciudades francesas registraron también protestas e incidentes. Varios manifestantes bloquearon parcialmente la circulación en Brest (oeste) y en el puerto de Marsella (sur) .
Según la CGT, también hay varias centrales nucleares y líneas de alta tensión cortadas en la región de París, afectadas por la huelga.
En la capital gala, la Torre Eiffel cerró sus accesos a causa de una huelga de parte del personal. Y, tras dos semanas de protestas, un 7,3% del personal de ferrocarriles (pero un tercio de los maquinistas) hizo huelga.
El 23 y el 28 de junio hay convocadas otras dos jornadas de huelgas y manifestaciones.
CGT acepta reunirse con ministra
La jornada de protesta coincide con el examen de la reforma laboral en el Senado, una cámara con mayoría conservadora que podría añadir nuevas medidas liberales a la “reforma laboral”.
El gobierno socialista, que por el momento se niega a retirar su texto, considerado demasiado liberal por sus detractores, decidió en marzo retirar algunos de las medidas más polémicas con la esperanza de obtener el apoyo de los sindicatos reformistas como CFDT.
La reforma, la última del mandato de cinco años de Francois Hollande (cuya popularidad según el último sondeo está en el 16%) tiene el objetivo de dar flexibilidad a las empresas para luchar contra el desempleo, que se mantiene en cerca del 10%.
Pero sus detractores consideran que aumentará la precariedad de los asalariados.
El líder de la CGT, Philippe Martinez, que hasta ahora se había negado a negociar con el gobierno, aceptó una reunión el viernes con la ministra de Trabajo, Myriam El Khomri.
En las últimas tres semanas, los opositores a la reforma han bloqueado puertos, refinerías y depósitos de carburante, obligando al gobierno a recurrir a sus reservas estratégicas de petróleo.
Las protestas han perjudicado además la imagen de Francia en el extranjero y en particular en el sector del turismo, ya muy afectado por los atentados del 2015.
La amenaza yihadista volvió a hacerse patente con el asesinato el lunes de un policía y de su compañera a manos de un hombre que había jurado fidelidad al grupo Estado Islámico (EI) .