El artefacto explosivo está prohibido en más de cien países y ya lo han usado en la guerra en Ucrania tanto tropas rusas como ucranianas, provocando la muerte de civiles y serias heridas a los supervivientes.
¿Qué son las bombas de racimo?
Las bombas de racimo se utilizaron por primera vez en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Fueron diseñadas para destruir múltiples objetivos militares dispersos, como formaciones de tanques o infantería, y causar la muerte o lesiones a los combatientes.
En concreto, consisten en un contenedor que se abre en el aire y dispersa una gran cantidad de submuniciones explosivas o “bombetas” sobre un área amplia, que puede llegar a ser de un radio de entre 200 y 400 metros.
Algunos modelos pueden liberar más de 600 submuniciones que están diseñadas para estallar al impactar contra el suelo, aunque algunas no detonan y se quedan enterradas.
Esas “bombetas” que se quedan en el suelo pueden suponer un peligro para la población civil que es comparable a las minas terrestres, ya que pueden estallar años después cuando un civil pasa por el área, provocado su muerte o serias heridas, según el Comité Internacional de la Cruz Roja.
Gabriela Iveliz Rosa Hernández, investigadora de la Asociación para el Control de Armas (ACA), apuntó que esas municiones que se quedan enterradas podrían poner incluso en peligro la vida de las fuerzas ucranianas a medida que vuelven a los territorios recuperados.
¿Quién las ha usado en Ucrania?
Human Rights Watch (HRW) asegura que tanto Rusia como Ucrania han utilizado ese tipo de armamento en la guerra en Ucrania, pero asegura que Moscú lo usa de manera más frecuente que Kiev.
De acuerdo a HRW, Rusia ha recurrido a ese armamento en varias ocasiones. Uno de los incidentes que la organización ha investigado es el ocurrido en abril de 2022, cuando un misil balístico ruso equipado con una ojiva de municiones de racimo estalló sobre la abarrotada estación de ferrocarril de Kramatorsk, en el este de Ucrania, provocando la muerte de al menos 58 civiles.
Las fuerzas ucranianas, según un informe de marzo de Naciones Unidas, también usaron bombas de racimo en 2022 en la ciudad de Izium, en el este de Ucrania.
¿Por qué están prohibidas en más de más de cien países?
Su naturaleza indiscriminada y sus riesgos para los civiles han provocado un amplio rechazo de la comunidad internacional a su uso.
En 2008 se adoptó la Convención sobre Municiones en Racimo, un tratado internacional para prohibir el uso y la fabricación de bombas de racimo, que entró en vigor en 2010 al alcanzarse el mínimo de 30 ratificaciones necesarias.
Según el texto, los restos de este tipo de bombas “matan y mutilan a civiles, incluidas mujeres y niños”, “impiden la rehabilitación y reconstrucción posconflicto” y “atrasan o impiden el retorno de refugiados”, entre otras cosas.
Hasta ahora, 123 países han ratificado o al menos firmado la Convención, entre ellos varios miembros de la OTAN como el Reino Unido, Francia, Alemania y España.
En el momento de su entrada en vigor, en 2010, el entonces secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, dijo que este nuevo instrumento suponía un “paso adelante para el desarme global”, recogió entonces la cadena BBC.
Sin embargo, las principales potencias militares, como Estados Unidos, Rusia y China, no han firmado el acuerdo, como tampoco lo han hecho países como Ucrania, Israel, Pakistán o la India.
¿Cuál es la postura de EE. UU.?
Estados Unidos tiene una relación complicada con las bombas de racimo: dejó de utilizarlas en Afganistán en 2002 y en Irak en 2003, y en 2008, por motivos humanitarios, el Gobierno de Barack Obama (2009-2017) acordó eliminar todas las bombas con una tasa de no explosión -las que fallan y quedan enterradas- superior al 1%.
Sin embargo, con la Administración de Donald Trump (2017-2021) el plan de Obama fue cancelado en virtud de la “utilidad militar clara” de las municiones de racimo, según dijo en 2017 el entonces subsecretario de Defensa Patrick Shanahan, reflejando la opinión del Pentágono, que siempre ha sido reacio a abandonar este tipo de armamento.
Con todo, la decisión del Gobierno de Joe Biden de dar luz verde al envío de bombas de racimo amenaza con tensionar las relaciones con el resto de países de la Alianza Atlántica, escribió recientemente el director ejecutivo de la ACA, Daryl Kimball.
En una nota de prensa publicada este jueves, antes de confirmarse la decisión, Kimball dijo que el envío de este tipo de munición sería “contraproducente y solo aumentaría los riesgos para los civiles atrapados en zonas de combate y para aquellos que, algún día, volverán a sus ciudades, pueblos y granjas”.