El ejecutado fue sentenciado a muerte por el asesinato en 1996 de Christopher Castetter, policía del condado de Barry, tras una trifulca doméstica entre Clayton y su exnovia.
Desata polémica
La ejecución estuvo rodeada de polémica, ya que en 1972 el reo sufrió un accidente laboral que obligó a los médicos a extraerle el 20% del lóbulo frontal.
Según su abogada, Elizabeth Unger Carlyle, la pérdida de parte del cerebro convirtió a Clayton en una persona impulsiva y agresiva, ya que antes del accidente “estaba felizmente casado, subiendo una familia y cuidando de su negocio”.
Además, argumentó que Clayton sufría una discapacidad intelectual a causa de ese accidente, por lo que la Constitución amparaba su derecho a no ser ejecutado.
La letrada presentó tres recursos de última hora ante el Tribunal Supremo de Estados Unidos para evitar el desenlace fatal, pero fueron todos rechazados tras la deliberación de los magistrados que retrasó en más de tres horas la ejecución.
“El mundo no es un sitio más seguro tras la ejecución de Clayton”, dijo la abogada en un comunicado.
Clayton se convirtió así en el segundo preso ejecutado este año en Misuri y el décimo en todo el país.
Desde que se reinstauró la pena de muerte en 1976, mil 404 presos han sido ejecutados, 82 de ellos en Misuri.
Por su lado, el Tribunal de Apelaciones Criminales de Texas suspendió hoy la ejecución prevista para este miércoles de Randall Mays, quien fue sentenciado a muerte por el asesinato de dos policías en 2007.
Los magistrados acordaron una revisión del caso para determinar si Mays sufre una discapacidad intelectual y por lo tanto es apto, o no, para la pena capital, tal y como solicitó su defensa.
La pena de muerte en Texas, el estado que más presos ejecuta, está en un momento crítico ya que tan solo le queda una dosis de pentobarbital, el medicamento que usa en las inyecciones letales.