Saboreando sus triunfos en las primarias de Luisiana (sur) y Kentucky (sureste), dos estados que otorgaron la mayor cantidad de delegados de la jornada, el magnate inmobiliario asumió el desafío.
“Quiero enfrentar solo a Ted”, dijo Trump durante una rueda de prensa en West Palm Beach, Florida, tras la publicación de los resultados, instando al resto de los aspirantes republicanos, el senador Marco Rubio y el gobernador de Ohio, John Kasich, quienes tienen un pobre desempeño, a abandonar la carrera.
“Eso será fácil”, añadió.
En el banco demócrata, el senador Bernie Sanders ganó los 'caucus' de Kansas y Nebraska, en el centro del país, triunfos importantes pero que no amenazan el liderazgo de Clinton, quien dio nuevos pasos hacia la nominación del partido al llevare la primaria de Luisiana.
“La apuesta es cada vez mayor y la retórica que escuchamos del otro lado se sigue hundiendo más”, dijo Clinton en Michigan, donde el domingo enfrentará a Sanders en un nuevo debate televisado.
La campaña de Sanders ha perdido fuerza luego de la abrumadora victoria de Clinton el pasado martes, cuando la exsecretaria de Estado ganó en siete de los 11 estados en liza.
Pero el senador de Vermont de 74 años no dio señales de abandonar la batalla y rápidamente lanzó un reimpulso a sus aspiraciones.
“Tenemos momentum, tenemos un camino hacia la victoria. Nuestra campaña apenas está comenzando”, escribió en un comunicado.
“Establishment muy infeliz”
Las votaciones del sábado se presentaban como una prueba para determinar si la cruzada emprendida la dirigencia republicana para frenar a Trump, liderada esta semana por Mitt Romney, el candidato presidencial del partido en 2012, está teniendo algún efecto en los votantes.
“El establishment está muy infeliz por la manera cómo van las cosas y lo puedo entender, yo fui parte del establishment. (…) Pero ahora no soy parte del establishment”, dijo Trump.
“Amo el partido republicano y amo a los conservadores”, añadió.
Retórica virulenta, falso conservadurismo y un discurso presuntamente cambiante: la élite del partido Republicano teme que una candidatura del magnate le entregue las elecciones de noviembre en bandeja de plata a Clinton o peor, sacuda para siempre los fundamentos del centenario partido de Abraham Lincoln.
Los votantes han, sin embargo, desconocido el mensaje: el millonario suma victorias en 12 de los 18 estados que ya realizaron elecciones internas, incluyendo Kentucky y Luisiana.
Conservadores unidos
Pero los triunfos de Cruz en Kansas y Maine demuestran que aunque Trump está cada vez más cerca de obtener la nominación del partido, la contienda sigue abierta.
“Lo que estamos viendo es a los conservadores uniéndose, lo que estamos viendo es a los republicanos uniéndose (…) detrás de esta campaña”, añadió.
Cruz recibió un impulso adicional, cuando ganó una votación, simbólica pero significativa, en CPAC, la gran cita anual de los conservadores estadounidenses, cerca de Washington.
Trump causó resquemor entre los conservadores al cancelar su presentación el sábado en CPAC.
En cambio, el senador de origen cubano Marco Rubio, la apuesta más lógica para la dirigencia del partido, se ganó la ovación en la conferencia al predecir un espantoso futuro para los republicanos “si el movimiento conservador es secuestrado por alguien que no es conservador”, en clara alusión a Trump.
Pero a pesar de la escalada verbal, cada uno de los tres adversarios de Trump ha asegurado que lo apoyarán si consigue la nominación.
Momento de Rubio
En la mira están ahora las grandes batallas del 15 de marzo: cinco estados decisivos irán a las urnas, entre ellos el feudo de Rubio, Florida, bajo un esquema en el que el ganador se queda con todos los delegados y no de manera proporcional como hasta ahora.
Será el momento de la verdad para Rubio, que apenas ha ganado una primaria.
Antes, este domingo, habrá 'caucus' en Puerto Rico (republicanos) y Maine (demócratas).
Con los rivales de Trump convencidos en mantenerse hasta el final, existe la posibilidad de que ningún candidato obtenga los 1.237 delegados necesarios para obtener la nominación antes de la convención en julio.
Ello conduciría al escenario de una convención “negociada”, con posibilidades de que se produzca una tormenta si las figuras del establishment del partido intentan evitar que los delegados apoyen la candidatura de Trump.
Algo que el presidente del Partido Republicano, Reince Priebus, indicó que era “altamente improbable”.