Ambas escenas, que parecen sacadas de una película de horror, son reales y recientes. Corresponden a espeluznantes crímenes ocurridos este año en Nicaragua, donde la violencia contra la mujer dejó 228 feminicidios desde 2014, de acuerdo a un informe de la organización no gubernamental Católicas por el Derecho a Decidir (CDD).
Según la misma ONG, 54 mujeres fueron asesinadas en el país desde enero pasado. Treinta de las víctimas murieron a manos de sus parejas o ex parejas y 10 más fueron ultimadas por otros conocidos, todos ellos varones. En nueve de los casos, hubo violación antes o después del crimen.
Cambian los nombres, pero el patrón se repite como el de un asesino en serie y la muerte cruza fronteras: Karla Estrada fue decapitada y Vilma Trujillo murió por las quemaduras de la hoguera, ambas en Nicaragua, mientras que Angeles Rawson, una bella estudiante de 16 años, fue estrangulada en un barrio de clase media de Buenos Aires, Argentina, donde en 2016 se registró un feminicidio cada 30 horas.
Mara Castilla, que no llegó a cumplir los 20 años, apareció muerta después de haber pedido un taxi en Ciudad de México y el cuerpo de la adolescente Emely Paguero, una dominicana embarazada de cinco meses, fue hallado dentro de una maleta con huellas de tortura y violación.
“Cada día mueren en promedio al menos 12 latinoamericanas y caribeñas por el solo hecho de ser mujeres”, advirtió en octubre pasado la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Según información oficial de diversos países citada por la Cepal, mil 998 mujeres de 17 naciones del área fueron víctimas de feminicidio en 2016.
En Centroamérica, considerada la región más violenta del mundo, la lista de feminicidios la encabeza Honduras (466), seguida por El Salvador (371) y Guatemala (211), de acuerdo a la misma fuente.
Al ritmo que aumenta la violencia contra la mujer crece también la cifra de niños y jóvenes huérfanos por feminicidios. En Nicaragua, por citar un ejemplo, 54 menores perdieron a sus madres víctimas de asesinato en 2016 y 84 más quedaron huérfanos este año, reveló CDD.
¿Qué pasa?, se les pregunta a feministas y sociólogos. ¿Hay un aumento del machismo y la misoginia o simplemente los feminicidios son más visibles hoy, cuando todo se publica en las redes sociales?
“Las dos cosas: hay más violencia y hay más visibilidad”, opina la periodista Mónica Zalaquett, directora del Centro de Prevención de la Violencia (Ceprev), una ONG nicaragüense que trabaja en temas como pandillas juveniles, delitos sexuales y violencia de género.
“Y precisamente porque hay tanta violencia es que el silencio empieza a romperse y las denuncias tienden a masificarse en muchos países, para lo cual las redes sociales han sido un espacio importante”, reflexionó la especialista en entrevista con dpa.
A su juicio, la violencia hacia las mujeres ha aumentado debido a que hay una crisis en los roles machistas tradicionales: “Los varones han perdido poder económico por el desempleo, la reducción de la capacidad adquisitiva de su ingreso, la marginalidad y la discriminación especialmente entre los jóvenes de menos recursos en nuestros países”.
“Esto coincide con la salida masiva de las mujeres del ámbito privado al público, a la vida económica, porque hoy el sistema utiliza la fuerza laboral femenina para pagar las deudas de los países pobres y para el desarrollo de las maquiladoras que las grandes empresas instalan en estos países”, indicó.
“Los hombres no han podido asimilar este cambio en las relaciones patriarcales tradicionales. No por casualidad la tasa de feminicidios ha aumentado en zonas de mayor auge de las maquilas, como Ciudad Juárez, México, o Tipitapa, en Nicaragua”, comentó.
Así, según Zalaquett, muchos hombres recurren a la violencia “para restituir su poder frente a la pérdida de poder económico en la familia, para desahogar sus frustraciones y también para obtener dinero por medio de la violencia”, entrando por ejemplo al narcotráfico.
En Nicaragua, las feministas acusan al Gobierno de no actuar ante los asesinatos de mujeres, y al grito de “Ni una menos” organizan plantones, marchas y protestas para hacer sentir al resto de la población la magnitud de la tragedia.
“Este es un Estado criminal, porque no hace nada para frenar los índices de violencia, el odio hacia las mujeres, la saña con que nos matan”, dijo Magaly Quintana, activista del movimiento feminista, al señalar que 27 de los 49 feminicidios reportados el año pasado continúan impunes.
Para la directora del Ceprev “los Gobiernos no han comprendido el origen y las causas de la violencia de género, y por tal razón las acciones y políticas aplicadas no han tenido éxito”.
Sobre el asunto ha opinado incluso el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro: “Esta es una historia sin fin a la que debemos ponerle un final ya”.
“La violencia contra las mujeres y las niñas en nuestra región sigue siendo uno de los fenómenos más alarmantes: la violencia física, sexual y los feminicidios, esto es algo que nos afecta todos los días”, afirmó en una reciente conferencia sobre violencia de género organizada por la OEA en Washington.