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El dramático cambio de temperatura durante el eclipse de la superluna azul de sangre que aprovecharon los científicos para estudiar la superficie de nuestro satélite

Eclipses lunares como el que se vio este miércoles son un gran espectáculo. Los observadores del cielo pudieron apreciar una luna más brillante y más grande, conocida como superluna, que además coincidió con un eclipse, y con una luna azul y una luna de sangre, lo cual dio como resultado postales asombrosas.

EL primer mes de 2018 cerró con un fenómeno que ocurre rara vez: la superluna azul de sangre con un eclipse. GETTY IMAGES

EL primer mes de 2018 cerró con un fenómeno que ocurre rara vez: la superluna azul de sangre con un eclipse. GETTY IMAGES

Pero los científicos que investigan las características del satélite de la Tierra tuvieron un regalo más.


Eclipses como el del miércoles son una oportunidad perfecta para estudiar la Luna utilizando una cámara térmica astronómica, según explica la agencia espacial estadounidense NASA.

“Durante un eclipse lunar, la oscilación de la temperatura es tan dramática que es como si la superficie de la Luna pasara de ser en un horno a un congelador en tan solo unas horas”, explica el científico Noah Petro, del Orbitador de Reconocimiento Lunar de la NASA.

Y es que la temperatura en la superficie lunar durante un eclipse se movió entre los 93°C y los -128°C.


El regolito

El cambio de temperaturas es extremo y ocurre en un periodo relativamente corto.

Desde el Observatorio de Haleakala, en la isla Maui de Hawái, investigadores estadounidenses llevaron a cabo pruebas de longitud de onda invisible para detectar calor.

El principal objetivo era comprender las características del regolito, que es la capa que cubre la Luna y compuesta por granito y rocas, indica la NASA.

Tener un entendimiento claro de cuál es la composición del suelo en la Luna es valioso para que las futuras misiones tripuladas ubiquen puntos confiables para hacer un alunizaje.

“Si quieres aterrizar en un punto, quieres estar seguro de que sea un lugar seguro y relativamente libre de rocas”, dijo el científico de la NASA Rick Elphic a la Radio Pública Nacional de EE. UU. (NPR, en inglés).

“Un lugar en el que tus botas no vayan a hundirse en 18 pulgadas (45 cm) o algo por el estilo”, dice.

El lado oscuro de los cráteres

El eclipse de este miércoles también ayudó en la labor de hacer un mapeo de la superficie lunar, una tarea que centros como el Orbitador de Reconocimiento Lunar tiene oportunidad de realizar unas dos veces al año, cuando ocurren eclipses lunares totales.

“Toda la naturaleza de la Luna cambia cuando se observa con una cámara térmica durante un eclipse”, dice Paul Hayne, del Laboratorio de Física Atmosférica y Espacial de la Universidad de Colorado Boulder.

Como explica a la NASA, cuando ocurre un eclipse se ponen al descubierto cráteres desconocidos, pues las rocas pierden calor con mayor o menor rapidez dependiendo de su tamaño.

“Algunos cráteres comienzan a brillar porque las rocas que contienen todavía están calientes”, señala Hayne.

Este tipo de información permite a los investigadores entender cómo ha sido la evolución de la superficie de la Luna.

“Nos ayudan a contar la historia de cómo los impactos grandes y pequeñas están cambiando la superficie de la Luna a través del tiempo geológico”, señala el científico Noah Petro.

Agua en la Luna

Otro de los objetivos de la NASA al estudiar a la Luna durante los eclipses es comprender cómo es el terreno de sus polos.

Hasta ahora las misiones lunares se han concentrado en las regiones cercanas al ecuador del satélite.

Pero el Centro de Investigación Ames de la NASA ha encontrado pruebas de que en el polo norte de la Luna existen depósitos de hielo.

“Los depósitos de hielo parecen ser desiguales y delgados, y es posible que se mezclen con la capa superficial de tierra, polvo y rocas pequeñas llamadas regolito”, indica el Centro Ames.

Una futura misión tripulada a la Luna, que encuentre un punto idóneo para el alunizaje producto del estudio durante los eclipses, podría realizar más investigación e incluso servirse de esa fuente de agua.

“El hielo lunar no solo podría proporcionar recursos para la exploración, sino que también podría ayudarnos a comprender los orígenes del agua de la Tierra”, dice Matt Siegler, investigador del Instituto de Ciencias Planetarias.

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