En sus camisetas se podía leer impreso el nombre de su país, presa del caos desde la caída en 2011 del régimen de Muamar Gadafi, con dos gobiernos y parlamentos disputándose el poder y mortíferos combates en varias localidades.
“Echamos de menos la paz y el deporte. Desde hace dos años estamos privados de este ambiente, pero hoy asistimos juntos como hermanos a este partido”, dijo Al Aref ben Sasi, un comerciante de 52 años, en la pequeña cancha de césped artificial.
“No podemos soportar más la guerra, es hora de que se acabe”, agregó, mientras que los espectadores se repartían gorras y banderas con el eslogan “En la cancha por la paz”.
Tregua tácita
La oenegé libia H20, que organizó estos partidos con motivo del mes del ayuno musulmán del Ramadán, busca reactivar el papel de los jóvenes en la sociedad, después de la revuelta que puso fin a decenios de dictadura.
“Hemos reunido a antiguos jugadores y a jóvenes para promover un lema que refleja el deseo de todo libio: Libia por la paz”, explicó Mohamed Mahmud Hamuda, director de la onegé con sede en Trípoli y financiada sobre todo por la Unión Europea y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) .
“Los jugadores vienen de diferentes regiones y hemos decidido organizar los partidos durante el Ramadán, un mes de misericordia”, añadió, precisando que el último partido se jugará la semana que viene.
“Hemos elegido el fútbol para transmitir este mensaje porque es un deporte muy popular en Libia. También, porque permite tener una interacción entre la gente, una rivalidad honesta y un objetivo común, que es lo que nos falta en Libia para conseguir la paz”, señaló.
Desde el comienzo del Ramadán el 17 de junio, las fuerzas enemigas afiliadas a cada gobierno parecen respetar una tregua tácita, con una bajada significativa de la intensidad de los combates que causaron cientos de muertos en los últimos meses en todo el país.
La única violencia es la del grupo yihadista Estado Islámico, que combate milicias islamistas en Derna (este) y que es el blanco de las incursiones aéreas en la ciudad de Sirte (norte), que controla.
Somos un buen pueblo
En la capital, bajo el gobierno paralelo de la coalición de milicias Fajr Libia, los ruidos de los disparos y de las explosiones cesaron y los habitantes aprovechan para ir a los mercados de verduras, carnes y frutas, bien aprovisionados para el Ramadán.
Incluso se restableció prácticamente todo el suministro eléctrico en la mayoría de los barrios.
Detrás de las decenas de espectadores que gritan con cada gol, se puede ver sobre un muro la pintada “Libia Libre”, junto a una foto de Gadafi con sus famosas gafas negras y la inscripción de “criminal buscado”.
A iniciativa de esta onegé, pancartas con los nombres de varias ciudades adornan las vallas que rodean el campo.
Hicham Zayyani, uno de los futbolistas que participó en el partido de antes del iftar, comida que rompe el tradicional ayuno, contó que los jugadores venían de “Zenten, de Misrata, de Trípoli y de otras regiones” del país.
“No podemos más con esta guerra. Hay que arreglar la situación, somos un buen pueblo”, comentó amargamente.