“Esto es especialmente verdadero en vísperas del juicio, cuando el acusado puede darse cuenta aún más de la realidad de las consecuencias que enfrenta si es condenado, y su motivación para escapar o para amenazar testigos puede ser mayor”, precisó el magistrado.
El Chapo había pedido al juez que tuviese un “gesto humanitario” y le permitiese saludar brevemente a su esposa el martes próximo, dándole “quizás un abrazo”.
Acusado de traficar a Estados Unidos 155 toneladas de cocaína a lo largo de un cuarto de siglo y protagonista de dos espectaculares fugas de prisiones mexicanas, el Chapo, de 61 años, fue extraditado hace casi dos años y arriesga una condena a cadena perpetua.
Desde entonces la justicia no le permite recibir visitas de su esposa Emma Coronel, una exuberante reina de belleza de 29 años que ha asistido a casi todas sus audiencias en la corte. Tampoco lo dejan hablar con ella por teléfono.
El exjefe del cartel de Sinaloa, quien fue el hombre más buscado por Estados Unidos durante años, solo es visitado por sus abogados en la cárcel de Manhattan donde está aislado 23 horas al día, así como por sus hijas mellizas de siete años, pero todo a través de una mampara de vidrio.
“Puede ser un breve abrazo en la corte delante de todo el mundo, separados por la barrera. El proceso total no llevaría más que un par de segundos”, había indicado la abogada del Chapo que hizo el pedido en su nombre.
“No es razonable inferir que un saludo momentáneo, hecho bajo la mirada de los alguaciles estadounidenses, pueda presentar un riesgo de que Guzmán se escape de la corte o incluso de que pase mensajes a su esposa”, afirmó en su pedido la abogada Mariel Colón Miró.
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