El candidato republicano ha dicho una y otra vez que de llegar a la Casa Blanca levantaría un “gigantesco, hermoso y poderoso muro” en la frontera, por cuya construcción obligaría a México a pagar.
Pero en esta pequeña ciudad del estado de Arizona, primera en el frente de batalla contra la inmigración ilegal, esa idea raya para muchos en la locura.
3 mil 200 kilómetros mide la frontera entre EE. UU. y México.
“Está chiflado”, lanzó Guadalupe Manríkez, que trabaja en una perfumería en Nogales a pocos metros de la frontera. “Toda esta ciudad es mexicana, todas las familias aquí están en México y todo el mundo piensa que él y sus ideas son un chiste”, lanzó.
Muchos se encogen de hombros, otros ponen los ojos en blanco cuando mencionan el posible muro…Otros simplemente apuntan a la reja de metal de más de cinco metros de alto que ya separa a Nogales de una ciudad del mismo nombre del lado mexicano, y que hasta ahora no detuvo la oleada migratoria o la presencia del narcotráfico.
“Mucha gente consigue trepar el muro frente a la patrulla fronteriza sin ser capturados (…) Así que la solución no es construir más rejas sino tener más vigilancia”, dijo Adriana Ortega, que trabaja en una tienda de vestidos de novia que cuenta con vista hacia la frontera.
Mutua dependencia
La barrera en Nogales corta el centro de la ciudad y como una serpiente se extiende por el desierto rodeándola.
Y como en otras ciudades ubicadas a lo largo de la extensa frontera de 3 mil 200 km que separa a México y Estados Unidos, la economía en Nogales está profundamente entrelazada con su gemela mexicana.
“La mayoría de las tiendas aquí depende de los clientes de México”, dijo Ortega, que vende vestidos entre US$300 y US$3 mil. “Y ahora estamos sufriendo porque la economía en México se ha venido abajo”.
Nogales tiene unos 21 mil habitantes, la mayoría hispanos con residencia legal en Estados Unidos.
Una encuesta reciente efectuada por el canal hispano Univisión, el diario Dallas Morning News y la estación de TV de la Universidad del estado de Arizona, reveló que una gran mayoría -86% en México y 72% en EE. UU.- se oponen a la construcción de un muro entre los dos países.
La mayoría siente además que el tono empleado por el candidato republicano puede afectar la relación con el tercer socio comercial de Estados Unidos.
México es un comprador fundamental en el área fronteriza, que se extiende por los estados de California, Arizona, Nuevo México y Texas. Autos, computadoras y maquinaria son comercializados todos los días y millones de trabajos en ambos lados dependen de esta relación.
Muro de palabras
Irwin Pérez, que trabaja en un restaurante mexicano en Nogales, muy popular entre los residentes, incluidos los patrulleros fronterizos, no cree que Trump ni su rival demócrata Hillary Clinton estén comprometidos en solucionar el problema migratorio de la principal economía del planeta.
Pero estimó que la retórica antiinmigrantes del magnate inmobiliario remonta a tiempos oscuros de la historia.
“Aunque no dice que los mexicanos deben ser colocados en cámaras de gas y campos de concentración, pide que familias sean deportadas, y se trata de personas que pagan sus impuestos y tiene raíces en Estados Unidos”, indicó Pérez, en referencia a los 11 millones de indocumentados que Trump amenazó con deportar.
“Hacen el trabajo que los estadounidenses no quieren hacer”, añadió Pérez, de 26 años, nacido en Estados Unidos de padres mexicanos. “Están huyendo de una persecución en su país, de la pobreza y ni siquiera una pared de6 10 podrá detenerlos”, añadió Pérez, que como la mayoría de las dos docenas de residentes y empresarios entrevistados dejó de prestar atención al discurso inflamatorio del republicano.