Fue un gesto típico del afectuoso Pontífice, pero también cargado de simbolismo en vísperas de la asamblea de obispos que abre el domingo en el Vaticano y en la que se revisará la posición de la Iglesia Católica ante la homosexualidad y otros polémicos temas familiares.
En un comunicado difundido este viernes, el portavoz del Vaticano dijo que el encuentro del Papa y Grassi fue de carácter personal.
“Yayo Grassi es un exalumno argentino a quien el Papa ya había visto otras veces en el pasado y a quien le había pedido que le presentara a su madre y a algunos amigos durante su visita a Washington”, dijo el padre Federico Lombardi.
“Como se sabe, el Papa conserva como pastor muchas relaciones personales, siempre con un espíritu de gentileza, disposición y diálogo”.
Grassi dijo a CNN que acudió a la breve cita junto a su pareja Iwan y varios amigos y que el Papa había concertado la reunión semanas antes de su visita de seis días a Estados Unidos a fines de septiembre.
“Tres semanas antes del viaje, me llamó por teléfono y me dijo que le encantaría darme un abrazo”, dijo Grassi en la entrevista.
¿Quién soy yo para juzgarlos?
Esta semana se supo además que el Papa se había reunido en privado con Kim Davis, una funcionaria pública de Kentucky que estuvo presa unos días porque se negaba a emitir licencias de matrimonio a personas del mismo sexo.
Amparándose en sus creencias religiosas, esta devota cristiana desafió la ley estadounidense, que desde junio permite las bodas homosexuales gracias a un fallo de la Corte Suprema.
El Vaticano dijo en un comunicado previo el mismo viernes que este encuentro con Davis no debe ser interpretado como un apoyo a su posición en este controversial asunto.
En cuanto a Grassi, este dijo a CNN que el Papa le había enseñado literatura y psicología en la escuela secundaria a la que iba en Argentina en los años 60.
También contó que Francisco sabía desde hace tiempo que él era gay y nunca lo condenó por su orientación sexual ni por tener relaciones homosexuales.
“Nunca me criticó”, dijo Grassi. “Nunca me dijo nada negativo”.
El papa Francisco ha sido elogiado por cambiar el tono condenatorio hacia la homosexualidad que tenía la Iglesia Católica y buscar un enfoque más comprensivo.
Esta nueva perspectiva se resume en su célebre declaración del 2013 sobre los gays: “¿Quién soy yo para juzgarlos?”.
No obstante, aún se opone a la legalización del matrimonio homosexual y, si bien el tono ha cambiado en la cúpula de la Iglesia, no está nada claro si el próximo sínodo producirá alguna medida concreta que facilite la vida de los creyentes homosexuales.