Los sondeos muestran tres cosas: La derechista Keiko Fujimori ganará el domingo pero sin el 50 por ciento de votos que le evite una segunda vuelta el 5 de junio; el segundo finalista saldrá de entre el liberal Pedro Pablo Kuczynski, la izquierdista Verónika Mendoza, o, como sorpresa, el socialdemócrata Alfredo Barnechea; los otros seis candidatos, incluidos los ex presidentes Alan García y Alejandro Toledo, serán decoración.
Fujimori, de 40 años e hija del encarcelado ex presidente Alberto Fujimori, bordea el 40 por ciento de votos (sin incluir los en blanco o los inválidos). El recuerdo del Gobierno de su padre (1990-2000) es su gran marca de fábrica para captar apoyo, pero, a la vez, su gran obstáculo para ampliarlo.
A Kuczynski, de 77 años, ortodoxo del neoliberalismo económico que propone reformas en esa vía, se le opone Mendoza, de 35, naciente figura de la izquierda, que apuesta por un nuevo modelo económico, del que no ha dado mayores explicaciones, salvo que no será como el de Venezuela. Las encuestas los tienen en empate técnico con entre un 18 y un 20 por ciento.
Barnechea, de 63 años, ofrece un “liberalismo social” y llegó a deslumbrar por cualidades intelectuales, pero después de estar en un virtual triple empate con Kuczynski y Mendoza cayó en medio de críticas a su supuesta soberbia y con cerca de un 10 por ciento parece fuera de carrera.
Opacados por los comicios presidenciales, en los parlamentarios se consolida en silencio la derecha fujimorista, que con su partido Fuerza Popular (FP) podría quedar cerca de la mayoría absoluta e incluso pasarla con sus tácitos aliados, los seguidores de García.
Un Congreso así podría ser un cheque en blanco en caso de ganar Fujimori, para un sector que suele estar al borde de los límites de la democracia, según los expertos, aunque la candidata haya prometido no repetir los excesos del padre.
Un Kuczynski presidente podría tener con un Congreso dominado por FP una relación más armónica por similitudes en cuanto a ideas económicas, pero con una Mendoza en el poder se prevé un marco de confrontación de impredecibles consecuencias.
Mendoza reconoció, interrogada por dpa, que hablar con FP no será fácil, pero confió en construir una bancada fuerte y contar con aliados de otras fuerzas, los que empero, en este momento, podrían ser solo del partido barnecheísta Acción Popular.
Mañana, gran parte del país pretende decirle no al fujimorismo con grandes concentraciones en todo el país, en las que no solo se recordará el aniversario 24 del golpe de Estado del padre de la candidata, sino los múltiples defectos de un decenio en que imperaron la corrupción y las violaciones a los derechos civiles.
De esta forma, el fujimorismo vuelve a convertirse en polarizador de los peruanos. Además, los rivales le echarán en cara a Keiko que debió ser excluida del proceso por dar regalos, pero las cuestionadas autoridades electorales la midieron con distinta vara que al populista César Acuña, expulsado por hechos similares.
Se descuenta que la guerra sucia, cada vez más dura, se disparará: a partir de hechos ciertos, falsos o distorsionados, se da por hecho que se acusará a Fujimori de ser reencarnación del padre, se le recordarán a Kuczynski sus nexos con el gran capital y con Estados Unidos, se tratará de involucrar a Mendoza con el terrorismo y/o el chavismo y se magnificará la “aristocracia” de Barnechea.
Será una semana que pondrá cerca de un ataque de nervios a muchos de los 22,9 millones de peruanos habilitados para escoger el domingo a presidente y congresistas para el período 2016-2021.
