Según la cadena estadounidense, en las próximas horas se presentarán cargos contra Mitchel, que daba clases de confección a los reclusos y no ha vuelto al trabajo desde el pasado fin de semana.
Según los últimos datos, Mitchel también facilitó a los presos el acceso a brocas para llevar a cabo su huida y el diario Times Union asegura que también hizo gestiones para poner a su disposición un vehículo cuando los dos presos se fugaran de la cárcel, pero al parecer abandonó sus planes después de sufrir un “ataque de ansiedad” .
Según un documento de la unidad especial de investigaciones de la policía estatal a los que tuvo acceso Times Union, el esposo de la funcionaria de prisiones, Lyle Mitchell, “también podría haber ayudado en la fuga” de los dos reclusos, aunque de momento no ha sido detenido.
David Sweat y Richard Matt se fugaron el pasado sábado del centro correccional Clinton, en la localidad de Dannemora, perforando las paredes de sus celdas y, por medio de un túnel y conductos internos, alcanzaron una alcantarilla a las afueras del recinto carcelario.
Mientras, y en medio de una fuerte lluvia, continúa adelante la operación de busca y captura de los dos reclusos en la que están participando medio millar de efectivos locales, estatales y federales apoyados por unidades caninas y helicópteros.
La búsqueda de los dos presos se centra este viernes en una zona boscosa a pocos kilómetros de la prisión, aunque las autoridades del estado vecino de Vermont también han activado los protocolos de seguridad ante la posibilidad de que hayan cruzado la frontera.
La empleada del penal habría suministrado además a los detenidos, que eran vecinos de celda, hojas metálicas de serruchos, dos pares de lentes con linternas y brocas (mechas de taladro) , según fuentes policiales citadas por CNN.
Desde el inicio de la investigación, Joyce Mitchell había sido citada por los medios estadounidenses como cómplice potencial de los reos David Sweat y Richard Matt, y señalaban que se habría enamorado del primero de ellos.
“Cada día conseguimos más información”
La empleada de la cárcel fue interrogada de forma casi cotidiana y colaboró con la Policía, pero no ha sido inculpada formalmente hasta el momento, precisó el fiscal Wylie, quien no descartó que en el futuro se la acuse por “contrabando” por haber ingresado material prohibido al penal.
“Por ahora, continuamos trabajando con ella hasta establecer una cronología de cómo ocurrió (la fuga), su grado de implicación. Cada día conseguimos más y más información de su parte”, agregó.
Según los medios, Joyce Mitchell también se habría comprometido a recoger a los dos convictos en un automóvil luego de su fuga, pero se habría arrepentido de ello y, en su lugar, fue a un hospital adonde llegó presentando un cuadro de pánico.
El Wall Street Journal, por su parte, reveló que los responsables de la cárcel habrían estado investigando en los últimos doce meses qué tipo de relación mantenía Mitchell con David Sweat, que trabajaban juntos en un taller de confecciones del penal.
Los dos asesinos integran un selecto grupo de presos que lograron fugar de esta prisión, construida en 1845, y cuyas circunstancias tan espectaculares alimentaron de inmediato las sospechas de que habrían contado con complicidad interna.
Los reos escaparon tras perforar las paredes de sus celdas y de haber cortado gruesas cañerías metálicas con aparatos eléctricos, antes de abrirse camino en medio de un laberinto de túneles debajo de la cárcel y, finalmente, salir a una calle adyacente a la prisión desde una cloaca.
David Sweat, de 35 años, cumplía cadena perpetua por el asesinato de un asistente del sherif del Estado de Nueva York en 2002.
Richard Matt, de 49 años, cumplía una pena de 25 años por haber secuestrado en 1997 a su exjefe laboral, de 76 años, a quien golpeó hasta la muerte y luego descuartizó.