Pekín denuncia desde hace meses la instalación de este dispositivo anunciado por Washington el año pasado en respuesta al programa nuclear y balístico de Corea del Norte.
China señala que el dispositivo cubre una parte de su territorio y obstaculiza su propia fuerza de disuasión.
El lunes último, el coronel Rob Manning, portavoz de las fuerzas estadounidenses en Corea del Sur, anunció que el sistema THAAD estaba ya “operativo” con “capacidad de interceptar los misiles norcoreanos”.
Otro responsable estadounidense indicó, sin embargo, que el sistema desplegado solo había alcanzado “su capacidad inicial de intercepción”.
El portavoz chino expresó, en cambio, su satisfacción por las declaraciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien se declaró dispuesto a reunirse con el dirigente norcoreano Kim Jong-Un, “bajo las circunstancias adecuadas”.
“Si las circunstancias son adecuadas (…) lo haría”, dijo Donald Trump sobre un hipotético encuentro con el líder norcoreano en entrevista con la agencia Bloomberg difundida el lunes.
Washington afirmó en las últimas semanas que la opción militar frente a Corea del Norte “está sobre la mesa”.
“Hemos tomado nota de las declaraciones de la parte estadounidense y de las señales positivas que transmiten”, aseguró el portavoz chino.
Protección crucial
China, al igual que Estados Unidos, denuncia el programa nuclear y balístico de Corea del Norte, pero Washington insta a Pekín a hacer más para convencer al régimen norcoreano de que abandone sus proyectos.
Pekín sugiere desde hace varias semanas que Corea del Norte suspenda su programa nuclear y balístico, y que Estados Unidos ponga fin a las maniobras militares organizadas cada año en Corea del Sur.
Esta propuesta fue rechazada en Washington, que reclama a Pekín que aplique más estrictamente las sanciones adoptadas por la ONU contra el régimen norcoreano.
Según los expertos, la primera batería de misiles defensivos del sistema THAAD instalada en Corea del Sur no es suficiente para proteger todo el territorio surcoreano, se necesitarían dos a tres baterías para cubrirlo.
Pero modifica sin embargo el equilibrio estratégico entre Corea del Norte y Corea del Sur, limitando el poder de destrucción de Pionyang.
“No es el arma absoluta, no existe, pero ofrece una protección crucial para las tropas” estadounidenses y surcoreanas en la península, “reforzando la disuasión y la postura defensiva” de esas tropas, explicó Thomas Karabo, experto de temas de defensa antimisiles del círculo de reflexión CSIS de Washington.
El financiamiento del escudo fue objeto de una polémica la semana pasada entre la administración estadounidense y Seúl. Donald Trump estimó “apropiado” que Corea del Sur pague por este sistema, de un costo estimado en US$1 mil millones. El gobierno surcoreano lo rechazó.
China adoptó por su parte una serie de medidas de restricción comercial con Corea del Sur, al parecer en represalia por el despliegue del THAAD.