Solo Estados Unidos lo ha logrado
El módulo y su nave madre, que se colocará en órbita alrededor de Marte para captar olores en su atmósfera a la búsqueda de gases generados por organismos vivos, constituyen una primera etapa del proyecto rusoeuropeo ExoMars.
La segunda, que se lanzará en el 2020 tras dos años de aplazamiento, será el robot de exploración ExoMars rover, para el cual Schiaparelli servirá de ensayo de aterrizaje.
Menos de la mitad de los intentos de las agencias espaciales de Estados Unidos, Rusia y Europa para aterrizar y operar un módulo en la superficie terrestre han tenido éxito desde la década de 1960.
La última vez que Europa lo intentó, el módulo de fabricación británica Beagle 2 desapareció sin dejar rastros tras separarse de la nave madre Mars Express, en diciembre del 2003.
Sólo Estados Unidos logró operar un explorador en la superficie de Marte.
La búsqueda de vida en Marte, un tema que estimula la imaginación de la humanidad desde hace mucho tiempo, es una tarea compleja, dado el bombardeo de la superficie por rayos ultravioletas y cósmicos.
Algo produce metano
Los científicos piensan que los rastros de metano en la delgada atmósfera de Marte pueden ser un indicio de que algo está sucediendo a nivel subterráneo.
El metano no sobrevive demasiado tiempo a la acción de los rayos ultravioletas solares, explicó McCaughrean.
“Y por esa razón, para que exista en la atmósfera marciana, tiene que venir de algún lado. Algo está produciendo metano”, concluyó.
Una posibilidad son los volcanes subterráneos.
La otra son microbios unicelulares denominados metanógenos, que en la Tierra existen en lugares sin oxígeno como el estómago de los animales, donde convierten el dióxido de carbono en metano.
Se espera que con el explorador ExoMars y su taladro de dos metros puedan hallarse explicaciones sobre el origen del metano.
Mientras tanto, las hazañas de Schiaparelli serán decisivas para el diseño del explorador y su sistema de aterrizaje.
El módulo se separará del TGO a las 14.42 GMT el domingo, a aproximadamente un millón de kilómetros de distancia del Planeta Rojo.
Ingresará a su atmósfera el miércoles a una altitud de 121 km y a la velocidad de 21 mil km/h.
Maniobra de aterrizaje
El caluroso y accidentado viaje a través de la atmósfera llevará en total seis minutos.
Para proteger al módulo, un “aerocasco” absorberá y disipará el calor generado por la fricción atmosférica en los primeros tres o cuatro minutos.
Al llegar a la altitud de 11 km y la velocidad de mil 700 km/h, abrirá un paracaídas supersónico, explicó la ESA.
Cuarenta segundos después, la velocidad se reducirá a 250 km/h. Desechará la parte delantera del casco, así como la mitad trasera con el paracaídas atado.
Schiaparelli activará entonces nueve propulsores de control de velocidad. Se mantendrá brevemente a una altura de dos metros antes de cortar sus motores y caer sobre la superficie.
Se espera que el impacto sea absorbido por una estructura compresible en la parte inferior del módulo.
“Es una misión compleja”, admite el directivo de la ESA Thierry Blancquaert. “Aterrizar en Marte requiere mucha tecnología”, explica.
Con unos 10 minutos de retraso –el tiempo que demoran en llegar a la Tierra las ondas de radio– Schiaparelli enviará informaciones sobre la temperatura, humedad, densidad y propiedades eléctricas.
Dotado de baterías sin paneles solares, el módulo tendrá una vida de dos o tres días.
“Aunque no funcione, igual obtendremos una cantidad de información”, dijo Michel Denis, director de vuelos de ExoMars.
Una vez que se separe de Schiaparelli, el TGO cambiará de rumbo para evitar entrar en colisión con Marte. Luego modificará la forma de su órbita que pasará a ser circular en torno al Planeta Rojo y a partir de principios del 2018 comenzará a analizar la atmósfera de Marte desde una altitud de unos 400 km. En caso de que fracase la maniobra de separación el domingo, la ESA volverá a intentarlo el lunes.