Otros tres jóvenes rugbiers, Blas Cinalli, Lucas Pertossi y Ayrton Viollaz, fueron sentenciados a 15 años de prisión, al ser considerados partícipes secundarios.
La lectura de la sentencia, acordada por unanimidad, fue transmitida en directo por televisión. En Dolores, 220 kilómetros al sur de Buenos Aires, decenas de personas expresaron su solidaridad con los padres de Báez Sosa.
Thomsen, considerado el líder del grupo, sufrió un desvanecimiento al conocer el veredicto de perpetuidad, la pena máxima que contempla la legislación argentina.
Máximo Thomsen se desmayó tras escuchar la condena a perpetua, el mismo que le pegó patadas en la cabeza y dejó su zapatilla marcada en el rostro de Fernando Báez Sosa mientras estaba en el piso #JusticiaPorFernando pic.twitter.com/CdFchcmeC5
— Rodrigo Saavedra 1️⃣🌳🧜🏻♂️🏳️🌈 (@R_SaavedraM) February 6, 2023
El juicio iniciado el 2 de enero cautivó al país, que se había conmovido con el crimen del estudiante de derecho de 18 años, ocurrido el 18 de enero de 2020 en Villa Gesell, 370 km al sur de Buenos Aires.
Aquel verano, los condenados vacacionaban en ese balneario sobre la costa atlántica argentina muy popular entre los jóvenes.
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Esa noche fueron expulsados de una discoteca en la cual había comenzado una pelea. En la calle, los rugbiers aislaron a Báez Sosa y lo agredieron a puños y patadas, en una paliza que le provocó la muerte por múltiples lesiones.
“Convivir con el dolor”
“Estamos conformes. Empieza una nueva etapa en nuestra vida. Es ahora que vamos a hacer nuestro duelo y a aprender a convivir con el dolor”, declaró Graciela Sosa, madre de la víctima, en una conferencia de prensa después de conocido el veredicto.
“Perdonarlos es muy difícil. Sabían lo que hacían. Disfrutaron matando a mi hijo, llamándolo ‘negro de mie***'”, dijo la mujer. “Su ausencia también es perpetua y nuestro dolor también es perpetuo”, agregó en referencia a la pena decidida por el tribunal contra cinco de los rugbiers.
La fiscalía había pedido prisión perpetua para los ocho acusados, evocando la “voluntad de matar” por parte de “todos”, con una “coordinación sincronizada” que impidió que terceros viniesen en auxilio de Báez Sosa. El abogado de la familia del joven, Fernando Burlando, había hecho el mismo pedido.
Preguntado durante la rueda de prensa, Silvino Báez, padre de la víctima, declinó hacer cualquier comentario sobre el hecho de que tres de los imputados recibieron una pena menor.
Sin embargo, Burlando declaró que apelará en Casación para lograr que todas las sentencias sean a perpetuidad. “Lo más importante es que está acreditado el hecho. Los tres acusados que se vieron beneficiados con 15 años de prisión son nuestro principal objetivo”, señaló a la prensa.
Durante los alegatos, los imputados, por momentos entre lágrimas, tuvieron expresiones como “pido perdón”, “pido disculpas”, “no hubo intención de matar”, “no hubo un plan (de asesinar)” y “estoy arrepentido”.
Los ocho rugbiers, todos de la pequeña localidad de Zárate, cercana a Buenos Aires, detenidos el día del crimen, han estado en prisión preventiva desde 2020.
Báez Sosa era el único hijo de una cuidadora de ancianos y un albañil, ambos inmigrantes paraguayos. Había iniciado la carrera de abogacía, luego de graduarse en un colegio parroquial católico y realizar obras de caridad.
Su crimen desencadenó una serie de manifestaciones de repudio y en apoyo a la familia, con intensos debates sobre el consumo de alcohol por parte de los jóvenes, la construcción de la masculinidad, la xenofobia y el racismo en este país que se identifica como de descendientes de inmigrantes europeos.
El rugby en Argentina es amateur e históricamente son los sectores de clase media y alta los que lo practican o asisten a los partidos.