La mayoría de ellos saben que fue modelo, con sus 1,80 metros de estatura, sus pómulos pronuciados y su pelo castaño. Melania es la tercera esposa del multimillonario y se la conoce por su estiloso vestuario y porque se desplaza a todas partes en limusina.
Pero también hay una Melania que ha permanecido deliberadamente escondida, como lo hizo durante la campaña electoral.
Uno de los motivos del escaso conocimiento que existe sobre esta mujer de 46 años de origen esloveno es que apenas se la pudo escuchar durante la campaña y la única vez que salió a la tribuna fue un desastre.
Fue durante la convención republicana en julio, cuando leyó un discurso que había sido copiado en parte de una intervención de Michelle Obama, la esposa del presidente Barack Obama. Después de eso apenas se la vio y se la escuchó aún menos, con raras excepciones al margen de algún debate en televisión entre Trump y Hillary Clinton.
Se vio obligada a comentar los titulares sobre su marido cuando éste hizo declaraciones obscenas y sexistas sobre las mujeres en un video de 2005, cuando ellos ya estaban casados.
Pero Melania nunca mostró en público si le había herido personalmente conocer esas declaraciones. Rara vez muestra sus emociones como una risa incontenible o un enfado. Si alguna vez la disgustó su marido, 24 años mayor, ella no lo manifestó.
Apenas ha dejado ver nada personal de ella misma, ni ha contado anécdotas de su marido para dejarlo mejor parado. Cuando se le preguntó cómo es vivir con un hombre como Donald Trump, ella contestó que “es muy inteligente y muy encantador”. “Tenemos una tremenda energía entre nosotros”, aseguró.
Y también dijo: “Ambos somos muy independientes… Yo le diré si no estoy de acuerdo con él. A veces me escucha, a veces no”. Sus declaraciones son pulidas, elegantes, pero casi nunca espontáneas o divertidas.
Educada y reservada son los atributos que han destacado sus antiguos compañeros de estudios en declaraciones a la CNN cuando hablaron sobre cómo Melania creció en la ciudad eslovena de Sevnica.
Nació un 26 de abril de 1970 como Melanija Knavs en lo que entonces era todavía la comunista Yugoslavia. Posteriormente se cambió el nombre a Melania Knauss.
Un fotógrafo la descubrió cuando tenía 16 o 17 años, nadie lo sabe a ciencia cierta. Algunas cosas de su carrrera son poco claras o contradictorias. Dijo que tenía un título universitario, pero la prensa descubrió que había interrumpido sus estudios (arquitectura y diseño) para poder viajar a Milán y París.
- Discurso ofrecido durante la convencion republicana donde Melania Trump copió parte de un discurso de Michelle Obama
En 1996 llegó a Nueva York, donde comenzó a protagonizar portadas de revistas como “Harper’s Bazar,” “Vanity Fair,” “GQ” y el anuario de ropa de baño de “Sports Illustrated”.
Fue en una fiesta del mundo de la moda en 1998 cuando conoció en Nueva York a Donald Trump. En 2005 se casaron por todo lo alto en Palm Beach, Florida. Los medios de entonces dijeron que su vestido de Dior costó US$100 mil. En 2006 nació su hijo Barron, en el mismo año que ella obtuvo la ciudadanía estadounidense.
Ella suele decir que fue madre a tiempo completo para su hijo sin necesidad de una niñera. Compaginó esas labores con la publicidad de productos de belleza y joyas que vendía en un canal de compras de televisión.
Melania asegura que habla bien cinco idiomas, aunque su acento es notable cuando lo hace en inglés. Con Melania los estadounidenses tendrán por primera vez una “first lady” nacida en un país comunista.
Además, es la segunda que no ha nacido en Estados Unidos después de Louisa Adams (1775-1852, esposa del segundo presidente de Estados Unidos, John Adams).
Al ser consultada sobre el papel en el que se ve en la Casa Blanca, dijo: “Defenderé a las mujeres y a los niños”. Y agregó que también se involucrará en la batalla al acoso online.
“Nuestra cultura se ha convertido en demasiado malvada y violenta”, indicó poco antes de la victoria electoral. Esa declaración fue la más sorprendente de la campaña, sobre todo porque su marido fue acusado de insultar a grupos raciales y étnicos.
Y eso refleja el dilema en el que se encuentra. A Melania Trump se la juzga, al menos hasta ahora, por lo que ha hecho y ha dicho su marido, y eso es así porque se conoce muy poco de ella.