El escritor primerizo se mostró poco esperanzado de que la actual política global contra las drogas pueda poner fin al que considera un “problema de salud pública”, ya que siempre aparecerán personas como su padre dispuestas a “desafiar y a someter a todas las democracias que sean necesarias”.
De acuerdo con Escobar Henao, quien durante años ha adoptado en el exilio el nombre de Juan Sebastián Marroquín Santos, un ejemplo “desproporcionado” de esa guerra podrían ser las tres mil muertes que se dieron en Colombia para “encontrar a un solo hombre”, su padre.
Después de más de veinte años desde la muerte de El Patrón, su primogénito manifestó no sentir rabia o rencor hacia el Estado colombiano, pero lamenta que “tristemente combatiendo a un hombre muy violento, se terminaron pareciendo mucho a él”.
Escobar Henao, que desde hace años vive con su familia en Argentina, sí se mostró dolido por no poder albergar la esperanza de volver algún día a su tierra, ya que considera que tanto él, como su madre y su hermana renunciaron al “derecho a vivir en Colombia” por no estar dispuestos “a negociar el amor” por su padre.
“No acepto que se nos persiga por delitos de mi padre; yo entiendo, como lo dice la ley colombiana, que los delitos no se heredan”, aseveró Escobar Henao durante la entrevista de manera categórica.
Escritor
El autor, que presentará el miércoles su libro en el Instituto Cervantes de Sao Paulo y el jueves en la también ciudad paulista de Riberao Preto, también se mostró decepcionado con la actitud de su familia paterna.
Sus familiares paternos -relató- estuvieron sentados “al lado” de los capos del Cartel de Cali, entonces principal adversario del de Medellín que dirigía Pablo Escobar, “rogándoles” para que asesinaran a los tres seres más queridos del famoso narco: su esposa, madre del autor y sus dos hijos, su hermana y él mismo.
Es por esta dantesca escena que Escobar Henao tiene la “absoluta certeza” de que fueron ellos quienes traicionaron a su padre y aunque asegura haberlos perdonado, manifestó que nunca lo ha olvidado.
“Cuando tú perdonas te liberas del dolor que te causó el victimario, pero cuando olvidas se corre el riesgo de que se repita la historia”, recalcó antes de confirmar que ya no tiene relación familiar con ellos.
Historia
Esa traición condujo a una persecución que llevó al histórico narcotraficante a vivir una huida que duró alrededor de un año, irónicamente el “mejor” que vivieron padre e hijo, y que terminaría con su dramática muerte el 2 de diciembre de 1993, cuando El Patrón cayó en una emboscada del ejército colombiano.
Se habló entonces de la histórica localización del capo del narcotráfico gracias al trabajo de inteligencia, sin embargo, su hijo mantiene una visión muy distinta de los hechos.
“Mi padre ya no tenía otro camino y eligió ese día ser encontrado por las autoridades”, afirmó Escobar Henao, quien para reafirmar esta teoría sostiene que su padre rompió entonces “su regla de oro” al utilizar un teléfono, lo que permitió a las autoridades colombianas conocer su ubicación.
Es más, como cuenta en su libro, Escobar Henao tiene “la certeza” de que no fue el ejército colombiano quien abatió a su padre, sino que él mismo se quitó la vida.
“Nos decía que catorce de los tiros que tenía su pistola serían para sus enemigos y que el último lo guardaría para él”, recordó el escritor, quien acusó a los médicos forenses que practicaron la autopsia a su padre de mentir porque “les habían amenazado de muerte para cambiar el informe”.
Ahora, este hombre que vivió una infancia “de fantasía, de cuento de hadas”, cuenta su versión “descarnada” de lo que pasó hace tantos años en Colombia para que las víctimas tengan “acceso a la verdad de lo ocurrido” y que nadie le “cuente cuentos” a su hijo, el nieto del gran capo que durante años atemorizó a todo un país.