“Es un voto que representa a mi familia y a mi comunidad“, recalca el joven minutos antes de emitir su sufragio en Los Ángeles, California.
Con su voto anticipado quiere hacer un llamado para que más ciudadanos estadounidenses se unan para dar “la cara por los que no tienen voz”.
Gallegos hace un llamado a tomar acción para que los candidatos tanto a la Presidencia de Estados Unidos como a los escaños del Congreso sepan que “hay alguien dispuesto a luchar por sus padres, por sus hermanos, por su comunidad indocumentada, daremos la pelea“.
Gallegos es estudiante de Ingeniería y participó en una jornada de voto anticipado organizada por la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes (Chirla) y en Los Ángeles, donde fue acompañado por su mamá Carolina Morán, una mexicana que llegó hace varias décadas a Estados Unidos con su esposo y sus tres hijos mayores.
El joven dice estar preocupado por el futuro de su familia y el de sus compañeros de universidad ante la propuesta de deportaciones masivas del expresidente y candidato republicano Donald Trump (2017-2021) si llega a ser elegido para ocupar la Casa Blanca, durante los próximos cuatro años.
Un desasosiego similar padece Giselle Espinoza. “Creo que tenemos mucho que perder en estas elecciones y debemos elegir bien por quién votamos”, subraya a EFE la hispana de 20 años, estudiante de Biología y que trabaja en una escuela.
Jóvenes sacan la cara por sus familias
Como primera votante de su familia, Espinoza manifiesta que su objetivo es hacer que las seis personas de su hogar sean escuchadas, entre ellas las de sus padres, una pareja originaria de México, que no tiene documentación legal.
Además dice que su voto también es en nombre de sus tres hermanos menores de edad que son ciudadanos estadounidenses pero no pueden votar.
“Ellos, como los niños en la escuela que trabajo, se pueden ver muy afectados por ciertas políticas y ciertos candidatos”, apunta la votante.
Más de 22 millones de personas viven en hogares estadounidenses en los que al menos un ocupante se encuentra en el país sin autorización, según datos del Centro Pew de 2022. De esa cifra la mitad (11 millones) son inmigrantes legales o nacidos en Estados Unidos.
En el 86 % de estos hogares, el jefe de familia o su cónyuge es un inmigrante indocumentado, y casi el 70 % de estos hogares se consideran de “estatus mixto”, lo que significa que al menos una persona es un inmigrante con estatus legal o nacido en Estados Unidos.
Nevada, uno de los siete estados clave que definirán la contienda presidencial, tiene la proporción más alta de familias mixtas de Estados Unidos con el 9 % del total, le siguen California, Nueva Jersey y Texas (8 % cada uno) y Arizona con el 5%.
El botón que marca la diferencia
Tanto Espinoza como Gallegos aseguran que no se vieron presionados por su familia para emitir el voto. Sus padres tampoco les recomendaron algún candidato.
Pero para madres como Morán, el sufragio de su hijo representa “un paso adelante”, por eso se sintió honrada y orgullosa al ponerle a su hijo un botón diseñado por estudiantes para los votantes. “For my family, rights and life”, es el mensaje que Gallegos lleva en el pecho.
Los botones, con cerca de 20 mensajes diferentes, hacen parte de la campaña de Chirla ‘Why I Vote’ para entrelazar a la comunidad indocumentada con los electores, estimular el voto de la generación Z, para combatir la idea de la apatía electoral de los jóvenes y primeros votantes.
Lea más: ¿Quiénes financian la campaña electoral de Donald Trump y Kamala Harris?
“Voy a llevar con orgullo este botón porque tiene un mensaje escrito por una persona que me pide su apoyo”, puntualizó Gallegos, mientras animaba a otros jóvenes a apoyar candidatos que piensen en “todas las personas que viven en Estados Unidos”.
Por su parte, Espinoza reflexiona que la participación en la vida cívica del país determina cosas tan importantes como la educación, la economía, la salud y la fortaleza del país.