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“Incontables explosiones y tiroteos allá afuera”: dar a luz en medio de la guerra en Ucrania

La invasión rusa a Ucrania ha matado a decenas de miles de soldados y civiles y dejado muchos miles más heridos.

Daños en una calle de Kiev, Ucrania. (Foto Prensa Libre: EFE)

Daños en una calle de Kiev, Ucrania. (Foto Prensa Libre: EFE)

Las gemelas de Amina Tsoi son unas bebés sanas. Riñen, al igual que lo hacen todos los hermanos, y a las dos les gusta mucho el queso, “son como ratoncitos”, dice su madre. Pero para su año de vida, tienen una talla pequeña por haber nacido de manera prematura en las primeras semanas de la invasión rusa a Ucrania.

A los siete meses, Tsoi había tenido un buen embarazo, saludable y sin complicaciones. Pero una mañana de febrero del año pasado, empezaron a resonar explosiones en el pueblo donde vivía, cerca de Nicolaiev, en el sur de Ucrania, el cual sufrió cada vez más impactos de misiles y escaramuzas en tierra.

“Mi suegra entró a nuestra habitación y dijo: ‘La guerra comenzó’, y yo empecé a entrar en pánico”, comentó Tsoi.

Tsoi, quien entonces tenía 20 años, escapó a los bombardeos y, al parecer, salió ilesa. Pero en los días siguientes, perdió la vista en un ojo y aumentó seis kilos porque comenzó a retener líquidos. Después de una cesárea de urgencia, durante la cual perdió la suficiente cantidad de sangre como para requerir dos transfusiones, sus hijas, quienes nacieron seis semanas antes, se aferraron a la vida dentro de unas incubadoras.

La invasión rusa a Ucrania ha matado a decenas de miles de soldados y civiles y dejado muchos miles más heridos. La carga psicológica de la guerra también ha cobrado varias víctimas. Para las mujeres embarazadas, este estrés puede ser especialmente peligroso y los médicos y autoridades hospitalarias señalan un marcado incremento de problemas en la salud materna, entre ellos los nacimientos prematuros.

Es más probable que los bebés que nacen antes de término desarrollen complicaciones respiratorias, digestivas y neurológicas. Quienes nacen de manera prematura, sobre todo, pueden tener graves problemas en su salud mental y física. Los nacimientos de gemelos o de otros embarazos múltiples tienden a adelantarse, incluso en circunstancias normales.

Las estadísticas oficiales sobre la salud materna en Ucrania después de más de un año de guerra son escasas. Por ejemplo, las cifras sobre los nacimientos prematuros pueden ser engañosas porque muchas mujeres embarazadas, sobre todo si tenían problemas de salud, fueron llevadas a otros países después de la invasión de Rusia, pero en varias entrevistas, los médicos, principalmente en las zonas cercanas al combate, informaron acerca de las altas tasas de nacimientos prematuros, de más casos de hipertensión durante el embarazo y de un mayor porcentaje de cesáreas, y culparon de estas complicaciones al inaudito estrés que implica dar a luz en una época de peligro y perturbación.

“Estamos viendo que la evolución del embarazo se ha dificultado”, señaló Liudmyla Solodzhuk, de 58 años, directora médica de un hospital en Nicolaiev, una ciudad cercana al frente de batalla. “El nacimiento de un ser humano casi siempre conlleva alegría, pero ahora conlleva ansiedad”, añadió.

Intentar proteger a las mujeres embarazadas de las tensiones de la guerra se ha convertido en una prioridad médica, observó Solodzhuk, y el personal médico aplica métodos nuevos para distraer a las pacientes de los sonidos aterradores de la guerra en el exterior.

“Les hemos estado diciendo que los bombardeos son fuegos pirotécnicos con motivo del nacimiento de sus hijos”, comentó.

El hospital de Solodzhuk en Nicolaiev informó que la cantidad de cesáreas y nacimientos prematuros ha aumentado cinco por ciento. Las estadísticas del gobierno muestran menores incrementos en la región más extensa de Nicolaiev y de otras partes del sur y el este de Ucrania, donde el combate es más intenso, pero esas cifras se complican por el gran número de residentes que se han ido.

El dúo musical Tvorchi, los participantes de Ucrania en el Festival de la Canción de Eurovisión en Liverpool, Inglaterra, el mes pasado, le dio a este tema una mayor exposición cuando, en el evento de la alfombra roja antes de la competencia, estos intérpretes usaron trajes con el nombre y el peso de los bebés nacidos prematuramente.

Para las mujeres embarazadas que se quedaron después de la invasión rusa, cualquier esperanza de que el combate terminara pronto resultó ser solo una ilusión.

Inna Harbuz, quien entonces tenía 30 años, estaba embarazada de gemelos y vivía en Nicolaiev cuando empezaron a caer misiles rusos en la ciudad. Su familia decidió que sería más seguro irse a otra parte, pero el avance inicial de los rusos tomó el pueblo cercano donde se habían instalado. La familia trataba de mantenerse fuera de la vista lo más que podía.

“Empezamos a escondernos en el sótano todos los días por miedo a que los rusos nos encontraran”, señaló Harbuz, y añadió que el temor de que los soldados invasores los hallaran era peor que enfrentarse a los cohetes que impactaban en Nicolaiev.

El 28 de octubre, Harbuz tuvo un sangrado interno debido a una placenta que se desprendió de manera prematura. Para ese entonces, los soldados rusos habían sido expulsados de esa localidad y su familia la llevó de inmediato a un hospital de Nicolaiev donde le practicaron una cesárea de urgencia. Sus gemelos, nacidos de manera prematura, fueron conectados a un respirador.

Siete meses después, los dos bebés van bien, pero la familia ha decidido quedarse en ese pueblo y no regresar a Nicolaiev, ciudad que sigue siendo objeto de bombardeos periódicos.

Después de que nacieron las gemelas de Tsoi, estas tuvieron problemas de salud y ella nos comentó que tenía que revisar su visión, su peso y su frecuencia cardiaca con regularidad. A los nueve meses de nacidas, aún no podían pararse y su familia se empezó a preocupar, pero “ahora las dos ya pueden correr”, comentó hace poco.

Tsoi le echa la culpa a la guerra de que su embarazo se convirtiera en ese calvario. Incluso durante su cesárea, no pudo escaparse del conflicto. “Comencé a llorar en la mesa de operaciones. Era muy escalofriante porque yo llegaba a escuchar incontables explosiones y tiroteos allá afuera”, comentó.

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No le llevaron a sus hijas sino hasta el octavo día después de haber dado a luz. En ese momento, todavía las alimentaban por medio de sonda y el combate en el exterior empeoraba. En determinado momento, el personal del hospital y los pacientes tuvieron que apiñarse en el sótano para poder estar seguros.

Esa experiencia tan traumática fue demasiado para Tsoi. “Un mes después, sufrí un terrible colapso nervioso. Le grité a mi marido que nos sacara del país, que de otra manera no podría soportarlo, que sencillamente no sobreviviría”, explicó.