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Al mismo tiempo, el primer ministro recibió una llamada “de la parte americana y estaban cayendo los misiles” sobre las bases de Ain al Asad en la provincia de Al Anbar (oeste) y Harir, a las afueras de Erbil, capital del Kurdistán iraquí (norte).
Enseguida, Abdelmahdi, que es también el jefe de las Fuerzas Armadas iraquíes, informó a “los líderes militares iraquíes para que tomaran las precauciones necesarias”.
El primer ministro indicó que hasta ahora no se conocen pérdidas humanas en las filas iraquíes ni entre las fuerzas de la coalición internacional liderada por Washington, en el marco de cuya misión están desplegadas tropas estadounidenses en Irak.
En el comunicado, Abdelmahdi aseguró que el Gobierno trabaja para “evitar una escalada” y “cualquier violación de la soberanía” iraquí, y llamó a la contención de todas las partes y a actuar “con la razón”.
Según el Pentágono, los bombardeos fueron contra las bases de Ain al Asad y otra en Erbil, en las que permanecen tropas estadounidenses, y todavía se están evaluando los daños.
Irán aseguró este miércoles 8 de enero que el ataque con decenas de misiles a una base con tropas estadounidenses en Irak es solo el inicio de su venganza por el asesinato del general Qasem Soleimaní, y advirtió a Estados Unidos que no tome represalias.
Justo al terminar los tres días de funerales de Soleimaní, la Guardia Revolucionaria lanzó este bombardeo, subrayando que es “un primer paso de su dura venganza” y que cualquier acción de EE. UU. “enfrentará una respuesta más dolorosa y aplastante”.
El blanco de los misiles balísticos iraníes fue la base aérea Ain al Asad, en el oeste de Irak, donde estaban posicionadas fuerzas estadounidenses y, aunque los proyectiles no fueron interceptados, se desconocen por el momento los daños causados.
En su comunicado, el cuerpo militar de élite iraní aconsejó a EE. UU. que retire a sus soldados de la región “para evitar más daños y para no poner en peligro la vida de los militares”.
Las amenazas no estuvieron solo dirigidas contra el llamado por Irán “Gran Satán”. Dirigiéndose a los países árabes aliados de EE. UU. que albergan bases militares estadounidenses, la Guardia Revolucionaria señaló que serán también su objetivo si sus territorios son usados para lanzar “actos hostiles” contra Irán.
“Una bofetada”
Con el objetivo de remarcar que este ataque no es la venganza definitiva de Irán, el líder supremo, Alí Jameneí, indicó que los misiles lanzados contra la base de Ain al Asad son “una bofetada”.
“Esas medidas militares no son suficientes para nuestra venganza. Lo que es importante es eliminar y acabar con la presencia corrupta de EE. UU. en esta región”, aseveró el líder en un discurso en la ciudad de Qom, sede de los mayores seminarios chiíes.
Jameneí denunció que los estadounidenses trajeron a la región de Oriente Medio “guerra, sedición y destrucción” ante una multitud que en varias ocasiones gritó “muerte a EE. UU.” y “muerte a Israel”, así como “Dios es grande” y “Jameneí es líder”.
Como comandante de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria, Soleimaní estuvo muy presente sobre el terreno en otros países apoyando a grupos como el libanés Hizbulá, el iraquí Multitud Popular, el palestino Hamás y el yemení Ansuralá, así como al régimen sirio de Bachar al Asad, todos contrarios a EE. UU.
“La región no acepta la presencia de EE. UU.”, insistió el líder supremo, remarcando que la gente de la región debe saber que los enemigos son Washington y Tel Aviv, que se mantienen en alerta ante posibles ataques.
Irán no busca la guerra
“No buscamos la escalada o la guerra, pero nos defenderemos de cualquier agresión”, dijo por su parte el ministro iraní de Exteriores, Mohamad Yavad Zarif.
El jefe de la diplomacia indicó que Irán llevó a cabo “medidas proporcionadas en defensa propia en virtud del artículo 51 de la Carta de la ONU”.
Según Zarif, se atacó una base desde la cual se lanzó “un cobarde ataque armado contra nuestros ciudadanos y altos funcionarios”, en alusión al bombardeo selectivo que acabó con la vida de Soleimaní y de otros importantes milicianos en Bagdad el pasado viernes.
Este video mostraría los misiles iraníes que cayeron sobre la base estadounidense al-Asad en Iraq. Esto es lo que sabemos: https://t.co/ihrSrgk4E5 pic.twitter.com/kvbYYxP5zu
— CNN en Español (@CNNEE) January 8, 2020
Las autoridades iraníes empezaron a clamar venganza ese mismo día y ayer el Parlamento aprobó designar al Pentágono y al Ejército estadounidense grupos terroristas para allanar cualquier acción.
Pese al alegato de legítima defensa, la comunidad internacional, con los países europeos a la cabeza, condenaron el bombardeo iraní y llamaron a la contención, ante el temor a un conflicto a gran escala.
Un ataque de magnitud incierta
La operación, denominada “Operación Mártir Soleimaní”, provocó, según los medios oficiales iraníes, el incendio de varios aviones estadounidenses y víctimas, que la agencia Tasnim cifró en 80 militares de EE. UU.
Estos datos no han sido confirmados por las autoridades iraníes y el presidente de EE. UU., Donald Trump, afirmó por su parte que “todo está bien” después de los ataques.
El Pentágono informó con cautela de que todavía está evaluando los daños y apuntó que los bombardeos iraníes fueron contra dos bases, además de la de Ain al Asad, una en Erbil, de la que Teherán no ha comentado.
Ante las posibles represalias, Irán se está preparando. Residentes de la provincia de Juzestán, fronteriza con Irak, informaron a EFE del movimiento de vehículos militares, mientras que fuentes militares indicaron que los centros subterráneos de misiles están en alerta.