Los ataques contra Jan Yunes, en el sur de la Franja de Gaza, “provocaron daños en dos fábricas de ladrillos y de materiales de construcción, pero sin dejar víctimas” , indicaron fuentes de los servicios de seguridad gazatíes, controlados por Hamas.
Testigos precisaron que dos misiles habían alcanzado una base de las brigadas Qassam, el brazo armado de Hamas, al este de Jan Yunes, provocando importantes desperfectos.
Cuarto día de hostilidades
Los habitantes de Gaza amanecieron de nuevo el sábado con el ruido de explosiones en este enclave, donde el ejército israelí y grupos armados palestinos se enfrentan desde hace cuatro días, pese a que ambos bandos dicen querer evitar una escalada militar.
Aunque los enfrentamientos ya han dejado un muerto, una palestina de 54 años abatida el jueves por disparos de un tanque israelí, los expertos coinciden en que ninguna de las partes desea una nueva guerra.
El viernes, Ismail Haniyeh, jefe del movimiento islamista Hamas que gobierna la Franja de Gaza, aseguró que “no llaman” a una nueva guerra y que hay una mediación en curso, con el apoyo de Egipto, que auspició el último cese el fuego en 2014.
Por su parte, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se encuentra bajo presión ante la inminente publicación de una auditoría sobre su actuación en esa última guerra, un informe que, según la prensa, es muy desfavorable para él.
Pese a insistir en que no desean una escalada militar, los dos bandos se reservan el derecho de réplica. Haniyeh, cuyo movimiento islamista cuenta con un brazo armado de 20.000 a 30.000 hombres, advirtió que respondería a “toda incursión” de tropas israelíes en la Franja de Gaza.
Y el ejército israelí, si bien asegura que no tiene “ningún interés en una escalada militar” , dice estar determinado a combatir “el plan diabólico de Hamas de querer infiltrarse en las comunidades israelíes”.
Los túneles, centro del conflicto
El ejército israelí, en busca de túneles que sirvan a los combatientes palestinos para infiltrarse en Israel, ha desplegado impresionantes perforadoras a lo largo de la frontera con Gaza, y excava una zona tapón – una franja de 100 metros a lo largo de su frontera con el territorio gazatí.
Las autoridades militares ya han anunciado el hallazgo de dos túneles que ha inutilizado. Erradicar esta red subterránea era el principal objetivo de Israel durante la guerra de 2014, y el fracaso en ese cometido es uno de los puntos sobre los que se pronunciará el controlador del Estado este sábado.
En Gaza, donde miles de familias siguen sin poder reconstruir sus casas después de tres guerras que han devastado el enclave palestino desde 2008, el ambiente era febril: los habitantes hacían acopio de reservas de alimentos y trataban de afrontar un nuevo periodo difícil en este pequeño territorio sometido a penurias de forma crónica por el bloqueo israelí que dura ya una década.
En la noche del viernes, un nuevo drama ilustraba los peligros de las precarias instalaciones en el enclave, que sufre continuos cortes de agua y electricidad, que pueden durar hasta 18 horas al día: en el campo de refugiados de Chati, tres niños de cuatro a seis años, murieron cuando la vela que utilizaban para alumbrar su vivienda provocó un incendio, según fuentes médicas y bomberos gazatíes.
A las dificultades de la vida cotidiana se suma ahora el miedo a los bombardeos aéreos israelíes, cotidianos desde el miércoles y que volvieron a producirse el sábado al alba.