Sucedió a principios de agosto, cuando la familia se empeñó en casar a la joven de 19 años contra su voluntad, cuando ella estaba enamorada de otro.
Al no poder oponerse a la voluntad de su familia en una región donde las tradiciones pasan por encima de los individuos, la joven fingió plegarse a los deseos del padre y preparó la boda, pero a escondidas planeó la fuga con su amante, que realizó la misma noche de bodas.
El juez no dudó en castigar el amor, o mejor dicho el adulterio, e impuso a los amantes una pena de cuatro meses de cárcel y una multa de 500 dirhams (unos 50 euros).