Lleva una vida casi en el anonimato en Buenos Aires, Argentina, ciudad en la que reside también su hermano y su madre. Por su familia, se sabe que es una mujer que disfruta de su privacidad, al grado que no utiliza redes sociales y guarda distancia de su pasado como integrante de la familia de uno de los principales narcotraficantes en la historia de Colombia.
En una publicación en Instagram, su hermano, Juan Sebastián Marroquín, aseguró que Manuela no era una persona pública. “Disfruta de su privacidad y de tener el privilegio de llevar una vida normal. No le debe nada a nadie y vive tranquilamente alrededor nuestro y de los que la queremos. Nosotros respetamos su privacidad.”, aseguró.
No se conocen muchos detalles de la vida de Manuela, aunque se sabe que decidió no decantarse por el camino del crimen, como lo hizo su padre.
En cambio, sí se han develado más detalles sobre la infancia de quien era la hija consentida del capo del narcotráfico. El escritor José Alejandro Castaño, quien convivió con la familia de Escobar, publicó un libro en el cual relata cuánto la consentía su padre. En entrevistas periodísticas, Castaño ha dicho que la mujer, incluso, intentó suicidarse tras la muerte del capo.
Se sabe, además, que, a finales de la década de 1990, cuando fueron apresados su hermano y su madre por cargos de lavado de activos, ella tomó terapia psicológica, abandonó el colegio y recibió clases desde casa.
El resto de su vida ha preferido mantenerlo en el anonimato.