En concreto, el incremento fue de 1.1 años entre 2000 y 2013, cuando en ese mismo periodo el aumento de la mayoría de los 34 Estados miembros de la organización fue de más de tres años, hasta una media de 80.5 años.
En México no son tan frecuentes como en otras partes del mundo desarrollado comportamientos dañinos como el tabaquismo o el consumo de alcohol, pero la mala alimentación y su corolario, la obesidad, pesan en numerosos problemas, desde la hipertensión, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares o las afecciones respiratorias.
Un 32.4 % de los mexicanos adultos son obesos, una cifra que sólo superan los estadounidenses (35.3 %), que queda muy lejos del 19 % de media en la OCDE y a años luz del 4.7% de los surcoreanos y del 3,7 % de los japoneses.
Pero por si fuera poco, México se ha significado por su trepidante tendencia al empeoramiento: entre 2000 y 2013 esa tasa de obesidad se incrementó en 8 puntos porcentuales, algo que sólo ocurrió durante ese periodo en Australia (allí pasó del 20 al 28 %) mientras en los 34 Estados miembros en conjunto subió en tres puntos.
En el caso del sobrepeso infantil, afecta a más del 37 % de los niños mexicanos y a alrededor del 32% de las niñas.
México se desmarca de la inmensa mayoría de los Estados de la OCDE por su falta de avances desde 1990 en la reducción de la mortalidad por paro cardíaco, que se mantiene a un nivel elevado (140 decesos por cada 100 mil habitantes, frente a una media de 117).
Las cifras de México son particularmente malas en mortalidad por accidentes de transporte, con más de 17 muertos anuales por cada 100 mil habitantes (casi 30 en el caso de los hombres), frente a una media en torno a los 7 en la OCDE, y por debajo de 4 en Reino Unido, Suecia o Dinamarca.
Tampoco son buenas las referidas a la mortalidad infantil, donde vuelve a ser, con diferencia, el farolillo rojo con 13 fallecimientos de menores de un año por cada mil nacimientos (el segundo peor es Turquía con 10.2), frente a los 3.8 de media en la Organización y menos de dos en Finlandia (1.7), Eslovenia (1.7) e Islandia (1.3).
México destaca en el lado positivo por la mortalidad por cáncer, con una tasa inferior a los 125 decesos por cada cien mil habitantes, cuando ningún otro país está por debajo de los 150, la media es superior a los 200 y tanto Eslovenia como Hungría superan los 250.
Sube en países ricos
En contraparte, la esperanza de vida se alargó una década en los países ricos para alcanzar en promedio 80.5 años en 2013, aunque Estados Unidos se está quedando rezagado al final de la lista.
A pesar de ser el país que más gasta en salud per cápita, el promedio para Estados Unidos —incluyendo hombres y mujeres— es de 78.8 años.
Eso lo coloca en el lugar 27 de la lista de 34 países, muy por debajo de España, que está entre los mejores, y al mismo nivel que Chile.
México cierra la lista con una esperanza de vida promedio de 74,6 años.
Hace 40 años, los norteamericanos vivían un año más que el promedio de los miembros de la OCDE, pero en décadas recientes comenzaron a quedarse atrás.
“La esperanza de vida al nacer” es la cantidad de años que puede esperar vivir en promedio una generación que mantendría las condiciones de mortalidad de su año de nacimiento.
El promedio ha seguido aumentando regularmente entre tres y cuatro meses por año y nada permite vislumbrar un cambio de tendencia, según la OCDE.
Este avance en la longevidad se explica por mejores condiciones de vida, mejor educación y avances en cuidados de salud.
Japón, España, Suiza, Italia y Francia son los mejores alumnos: su esperanza de vida supera los 82 años, con el primer puesto a los japoneses (83.4 años) y el segundo a los españoles (83.2 años).