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La increíble historia en la que una médica y una maestra descubrieron que son hermanas

Dos hermanas vivieron 40 años sin saber que la otra existía.

Oriana y Victoria pasaron 40 años sin saber que eran hermanas. (Foto Prensa Libre: Tomada de Internet)

Oriana y Victoria pasaron 40 años sin saber que eran hermanas. (Foto Prensa Libre: Tomada de Internet)

Oriana y Victoria viven a mil 500 kilómetros de distancia y durante años buscaron sus orígenes biológicos por los mismos lugares, pero sin cruzarse, y cuando pensaron que habían agotado los caminos una foto en redes sociales sirvió para descubrir la verdad.

Una guirnalda de flores de cartulina atraviesa la pared detrás de la sonrisa de Victoria, una maestra jardinera de 40 años, tiempo en el que creyó que era hija única; sin embargo, hace unos días mientras se desvelaba en plena pandemia de coronavirus, vio una foto en internet que la dejó perpleja y la empujó a tirar del hilo para empezar a descubrir la verdad.

La guirnalda de flores quedó desde día que encendió la computadora y escuchó la voz de Oriana, su hermana, decirle: “Bienvenida a mi vida”.

Fue Victoria Tedesco la primera en enterarse de que no era hija biológica de sus padres. “No sé por qué, pero yo siempre había sentido que no iba a poder ser mamá. Y a los 24 años quedo embarazada y, efectivamente, lo pierdo”, empieza Victoria desde San Martín de Los Andes, donde reside.

Agrega: “me puse muy mal y mi mamá viajó para ayudarme y estar conmigo. Fue ahí, hace 16 años, que se sentó y me dijo: ‘Te tengo que sacar una mochila de encima, porque no es tu mochila, es mía. Fui yo la que no pude quedar embarazada, vos sos nuestra hija del corazón”.

“Las coincidencias son increíbles, creer o reventar”, afirmó Oriana Moscheni, de 41 años, oncóloga del Hospital Durand, desde Buenos Aires. Lo anterior lo dijo  porque la pérdida de un embarazo también fue un detonante para su vida. “La primera vez que quedé embarazada me llamó la atención: yo me sentía muy mal y mi mamá no me acompañaba demasiado. Le preguntaba cómo se había sentido en su embarazo y ella no hablaba del tema. Yo sabía que le había costado tenerme, que había sufrido muchas pérdidas, esa era la historia que me habían contado, y creí que no podía hablar por lo traumático que había sido”.

Oriana dio a luz a su hijo, que ahora tiene 7 años, pero perdió el segundo embarazo. “Y me pegó muy, muy, muy mal. Me deprimí mucho y ahí sí dije ‘algo pasa acá’, ‘algo no me está cerrando’”, agregó.

La diferencia con Victoria fue que los padres de Oriana no pudieron contarle la verdad en ese momento. “Le dije a mi mamá que había empezado a dudar de mi identidad. La única foto que había era de ella conmigo recién nacida y ella estaba impecable. Yo ya era mamá, ya sabía que al día siguiente de parir no estás impecable. Así que le hablé de mis dudas y ella, llorando, me contestó: ‘Es culpa mía porque no tengo fotos embarazada’. No se animó a contarme. Un tiempo después empezó con una demencia moderada, fue como una desconexión, los silencios a veces son mochilas muy pesadas. Tampoco llegué a tiempo a hablar con mi papá”, sigue la médica.

Su padre supo que ella había empezado a dudar y, “de un día para el otro, se enfermó de cáncer de pulmón y murió en cinco meses. Justo yo soy oncóloga, fue durísimo para mí. Creo que fue toda una movilización de silencios que estaban saliendo a la luz y no lo pudo manejar”, piensa. Su papá – “uno de los grandes amores de mi vida”- murió un 5 de agosto, una fecha que hacía hundir a Oriana hasta ahora, que se enteró de una nueva coincidencia: 5 de agosto es la fecha de nacimiento de Victoria.

La historia es una cadena: Victoria también tenía devoción por su papá. Y también pareció haber en su vida algo que se fue para dejar espacio a lo que estaba naciendo: su papá murió en el Hospital Durand, el mismo hospital en el que trabaja Oriana.

Después de que su mamá le sacara aquella “mochila”, Victoria empezó a hacer tratamientos de fertilidad y logró ser madre. Desde San Martín de los Andes, sigue: “y en 2009, después del nacimiento de mi hijo y de la muerte de mi papá, empecé a buscar mis orígenes biológicos. Mi partida de nacimiento decía que había nacido en el 80, así que fui a Abuelas para ver si era hija de desaparecidos y dio negativo. Me metí en grupos de búsqueda en Facebook pero a veces entraba y salía un tiempo, porque las búsquedas no son fáciles. Yo tuve una infancia hermosa pero ahí escuchás historias muy crueles y a veces necesitás salir y descansar para poder seguir”.

Mi nombre es Oriana Moscheni tengo 41 años. Me enteré que no soy hija biológica a los 39 años. Según mi partida de…

Publicado por MAMÁ TE BUSCA en Lunes, 3 de agosto de 2020

 

Otros datos de la historia de Victoria hacen reflejo con la de Oriana: “Mi papá también había fallecido, yo tampoco podía preguntarle. Y mi mamá también empezó con problemas de memoria, increíble”. Las dos conocen la diferencia entre una adopción legal y una ilegal, pero “mamá” y “papá” son las palabras que eligen para nombrarlos.

Como su partida de nacimiento estaba firmada por la partera Rosa Petitto, Victoria se sumó a un grupo de buscadores que compartían ese dato. Aunque sigue sin saber si fue entregada o si hubo dinero de por medio, sabe que la partera era parte del sistema. Oriana fue siguiendo el mismo recorrido pero años después, caminaba sin saberlo detrás del rastro de su hermana.

Tampoco Oriana, que había nacido en el 79, era hija de desaparecidos. Y luego de que el test de ADN en la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad cerrara esa puerta, Oriana revisó su partida de nacimiento. Tenía la firma de la misma partera, Rosa Petitto, por lo que se sumó al mismo grupo de buscadores. “El tema es que llegué justo cuando Victoria, agotada de buscar, se había ido”.

Victoria conocía el sistema, pero no lo había hecho porque no había podido juntar los dólares. “Hasta que una noche, hace dos meses y medio, desvelada, me puse a buscar algo en Internet. Eran las tres y media de la mañana, mi marido y mi hijo dormían”, sonríe Victoria.

Agregó: “de repente veo una página llamada “Mamá te busca’ y me llamó la atención. Empecé a leer las historias y apareció una foto: era yo, pero no era yo. Fui y lo desperté a mi marido. ‘Mirá’, le dije, nada más que eso. Y me contestó: ‘¿Qué hacés publicando fotos tuyas a esta hora?’. Ok, no era yo sola la que me había visto igual a la mujer de la foto. A la mañana le mostré la foto a mi hijo de 11 años. Me dijo: ‘Mami, qué lindo te queda el traje’. También él pensó que era yo”.

No era Victoria la de la foto sino la Dra. Oriana Moscheni, vestida con saco y pantalón de vestir en un congreso médico.

Enseguida le escribió de madrugada. “Hola, mil disculpas, te escribo porque te veo parecida a mí. Te dejo mi número”. Por miedo a ilusionarse y volver a chocar, Oriana respondió en seco: “Puede ser, en las fotos de la comunión puede ser que seamos parecidas”, dijo. Su profesión de médica la llevó, en cambio, por el camino de lo científico: le contó que había mandado el ADN a Estados Unidos y le preguntó si ella lo había hecho.

“Yo no había podido hacerlo, le conté que estamos complicados económicamente, la situación no es fácil”, sigue Victoria, que padeció el impacto que sufrieron muchas maestras jardineras con las instituciones cerradas por el COVID-19. “Pero ahí apareció mi mejor amiga que veía la foto de Oriana y gritaba ¡son iguales, son iguales! Y fue ella la que me dijo: ‘Yo te regalo el ADN para tus 40’”.

El día siguiente a la muerte de Maradona, en Buenos Aires Oriana se levantó a llorar, como la mayor parte del planeta. “Me preparo el desayuno y me entra un mail del Family Tree que decía: ‘Tenés una coincidencia inmediata’. Me empezaron a temblar las manos, imaginate: coincidencia inmediata es padre, madre o hermanos. Cuando lo abrí decía FULL SISTER y al lado había una foto de Victoria”.

Oriana despertó a su esposo llorando y todo lo medida que había sido se le fue en un segundo: le escribió a Victoria, que estaba en una reunión de madres y padres del colegio, y le puso “hola Victoria, llegaron tus resultados, fijate, por favor fijate”. Le insistió para que los mirara y Victoria, que sabe algo de inglés, se abatató tanto que tuvo que escribir FULL SISTER en el traductor de Google para asumir lo que estaba leyendo. Al lado de una foto de Oriana decía sí: “Hermana total”, misma madre biológica, mismo padre biológico”.

Lo que siguió al mail, dos días después, fue la escena de las guirnaldas, donde lloraron apenas empezaron el zoom, donde se presentaron a sus esposos y a sus hijos y donde descubrieron lo cerca que habían estado siempre: habían vivido más de 20 años en barrios vecinos, una en Devoto y otra en Villa del Parque, sus colegios estaban a 15 cuadras de distancia. Descubrieron, también, que habían necesitado alejarse porque a veces, de lejos, se ve mejor.

“No puedo creer que justo en este momento no tengo la plata para pagar un pasaje de avión para ir a abrazarla”, se agarra la cabeza Victoria. Oriana, la hermana mayor, piensa en el ahora y también hacia adelante: “Todos los que buscamos venimos de historias tristes, no podemos hacer nada para cambiar eso. Pero nosotras pasamos por lo mismo, no tenemos culpas para echarnos, sino que somos de acá para adelante”, se despide. “Pasamos 40 años creyendo que éramos hijas únicas y todos los años que nos quedan son para construir esta hermandad. Por eso vengo pensando: yo estaba buscando en el pasado y lo que encontré fue futuro”.

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