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Los que los han visto los conocen como “vigilantes oscuros“. Se identifican con hombres muy altos con sombreros y capas, que suelen ser vistos por la tarde.
“Cuando los españoles llegaron en el siglo 18, empezaron a llamar a las apariciones los vigilantes oscuros y cuando los colonos angloamericanos empezaron a reclamar la región, también sintieron la sensación de ser observados desde las colinas”, afirma Katie Dowd, redactora jefe de SFGate.
Incluso el famoso escritor estadounidense John Steinbeck escribió un relato, llamado La huida, que se centraba en estas visiones, en 1938, resalta 20Minutos.es.
Según sostiene Dowd en su artículo, esto sería debido a la pareidolia. Se trata de un fenómeno psicológico en el que el cerebro de un observador encuentra patrones en una imagen vaga o aleatoria.
Esto ocurre cuando alguien cree ver una cara en la luna o formas en las humedades de la pared.
En este caso, sería la explicación de por qué las personas ven figuras humanas, cuando realmente pueden estar viendo las sombras de las propias colinas de Santa Lucía.
Según explica Dowd, esta pareidolia puede verse incrementada por la niebla o las nubes bajas.
Las sombras se proyectan en las nubes y causan otro efecto: el espectro de Brocken. Este se produce “cuando las sombras -como la de un excursionista- se proyectan en picos montañosos particularmente brumosos.
Si el sol está detrás del observador, la niebla juega con la sombra, haciéndola parecer enorme y amenazante”, explica la redactora.
Lo más probable es que lo que vean los excursionistas no sean figuras espectrales que los vigilan, sino sus propias sombras proyectadas de este modo, que ellos interpretan como espíritus de las montañas.