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La imagen ha confirmado lo que desde hace tiempos se sabía: aunque al hijo del Chapo no se le veía entre lujos, sí es muy devoto de los llamados “narcosantos”, según consigna Infobae.
“Su aspecto era adornado con amuletos que colgaban y sobresalían de su cuello. Uno de los colguijes era el escapulario bordado con la imagen del Santo Niño de Atocha”, dice el informativo.
El artículo enfatiza que la devoción popular católica mexicana por esta imagen ha escalado hasta la “narcocultura”, por lo que para ese mundo el Niño de Atocha es el intercesor de los reclusos.
Para la creencia popular cercana al bastión del cartel de Sinaloa no hay duda: el Niño de Atocha salvó “al hijo del patrón”.
Así ocurrió, según la leyenda popular, en 1829, cuando el Niño se le apareció a una mujer “de malas costumbres recluida en Durango”, en forma de un apuesto joven que se dijo llamar Manuel Atocha, quien por todos los medios “procuró su liberación” y después desapareció, dando pie a la creencia entre los narcos del intercesor Atocha.
El segundo amuleto, según medios locales, parece ser un signo de protección bordado especialmente para el hijo de quien fue el jefe del poderoso cartel de Sinaloa.
Una total confusión reina sobre la captura y posterior liberación de Ovidio Guzmán, lo que representa una de las primeras crisis de credibilidad para el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
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