Davis afirma que algunos tramos necesitan con urgencia más barreras, pero que sólo un muro no detendrá los cruces irregulares ni el contrabando de drogas.
“Necesitamos desesperadamente agentes (de la patrulla fronteriza) más cerca de la frontera”, afirmó. Trump prometió que hará que México pague el muro a lo largo de la frontera de más de 3.100 kilómetros (1.954 millas), y estudia un impuesto sobre las importaciones de México como mecanismo de financiamiento.
México se opone a la construcción del muro y ha reiterado que no costeará las obras.
Las voces críticas en Estados Unidos dicen que el presidente no tienen un plan financiero viable para construir el muro.
Una tercera parte de la frontera ya tiene alguna clase de barrera, como altas barricadas de acero, cercas de alambre o para ganado.
Jerry Blackburn, un funcionario retirado del condado de 67 años de la zona rural de Tazewell, Virginia, votó a Trump y está a favor de sus planes de perseguir a las ciudades santuario y frenar la entrada de refugiados en Estados Unidos. Blackburn, que es republicano, dijo que la inmigración ilegal “ha diluido nuestra fuerza de trabajo y es una pesada carga para nuestra gente”.
Blackburn señaló que el coste multimillonario del muro “no es un número grande cuando miras al global de las cosas” y que no le preocupa que algunos tramos ya tengan cercas.
“No es como si fuéramos a empezar de cero”, dijo. “No es como si estuviéramos construyendo desde el Golfo al océano. Sólo vamos a terminar algo que ya se ha empezado”.
La inmigración es desde hace tiempo un tema que unifica a los conservadores, especialmente en estados fronterizos que son los más afectados por el contrabando de personas y drogas. El tema ha motivado a gente de todo el país a votar por los republicanos desde hace años, incluidos inmigrantes como Merces B. Izquierdo, de Miami.
La vendedora retirada se marchó de Cuba hace 50 años y respalda con firmeza las iniciativas fronterizas de Trump.
Creo que construir un muro es una excelente, perfecta. Tenemos mucho por hacer”, dijo. “Hay tantísima gente que viene de Sudamérica a destruir nuestro país. Terroristas y delincuentes que quieren hacernos daño”.
Zachery Henry, de 23 años, especialista de relaciones públicas y medios sociales en Houston, no espera que se levante una costosa o gigantesca barrera de concreto, pero dijo que Estados Unidos debe hacer algo contra el contrabando de drogas desde México.
“Creo que ésa sería mi principal preocupación”, dijo Henry.
En Arizona, los problemas con la inmigración se han convertido de forma habitual en una cuestión política. El asesinato en 2010 del ranchero fronterizo Robert Krentz —aún sin resolver, pero atribuido a narcotraficantes— ayudó a consolidar el apoyo por la ley estatal SB1070. Esa emblemática medida migratoria requería a las fuerzas de seguridad que determinaran la situación migratoria de cualquier detenido o arrestado si había sospechas razonables de que estuviera en el país sin permiso legal.
Seis años más tarde, Trump apeló de nuevo a esas bases.
Davis dijo que no suele ver a gente que cruza la frontera o a traficantes en el rancho de su familia, pero que el problema persiste.
A finales del año pasado, un traficante que manejaba un camión lleno de drogas huyó a su rancho, liderando a agentes de frontera en una persecución por sus pastos. El conductor terminó por detenerse y huir.
“Tenemos pruebas de que están de nuevo en nuestra zona”, dijo.
John Barnes, un jubilado de 60 años en Albuquerque, Nuevo México, dijo que por ahora le gusta lo que ve de Trump en lo referente al muro fronterizo y a sus propuestas de infraestructuras.
“Creo que tenemos que hacer algo aquí en la frontera”, dijo Barnes.
Barnes dijo que no le preocupaba mucho el coste del muro porque cree que el gobierno federal ya ha gastado miles de millones de dólares en educación y atención sanitaria para migrantes que viven en el país sin permiso de residencia.
“Ojalá Obama hubiera empezado esto”, añadió.