Luego de salir de la red entre vítores, Aikins abrazó a su esposa, Monica, que observó la hazaña desde tierra junto a su hijo de 4 años, Logan, y otros familiares.
El salto —desde una altura de siete mil 620 metros (25.000 pies)— hizo que Aikins sea el único hombre en la historia que haya saltado de un avión sin paracaídas y que haya sobrevivido.
“Estoy casi levitando; es increíble”, dijo el paracaidista jubiloso, elevando las manos sobre su cabeza mientras su esposa cargaba a su hijo, que estaba adormilado en sus brazos.
“¡Esto simplemente sucedió! Ni siquiera puedo sacar las palabras de mi boca”, agregó, al tiempo que agradeció a las decenas de integrantes del equipo que pasaron dos años ayudándolo a prepararse para el salto, entre ellos a quienes armaron la red similar a una de pesca de arrastre y se aseguraron de que funcionara.
El ejercicio acrobático, transmitido en vivo en la red Fox para el especial televisivo “Stride Gum Presents Heaven Sent”, estuvo a punto de no realizarse como estaba planeado cuando Aikins reveló justo antes de subir a su avión que el Sindicato de Actores de la Pantalla le había ordenado que usara un paracaídas por seguridad. Ni los productores del programa ni representantes del sindicato estuvieron disponibles de inmediato para dar detalles sobre la restricción.
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Dijo que en ese momento sopesó cancelar el salto porque el haber llevado el paracaídas a la espalda habría hecho que su llegada a la red fuese mucho más peligrosa. Si hubiera tenido que usarlo dijo que de todas formas no se hubiera molestado en jalar el cabo de desgarre.
“Voy a hacer todo el camino hasta la red, no hay duda de ello”, afirmó desde el avión. “Simplemente cuando aterrice tendré que hacer frente a las consecuencias de traer puesto el paracaídas en mi espalda y lo que le va a hacer a mi cuerpo”.
Unos minutos antes del salto uno de los conductores del programa dijo que el requisito había sido cancelado. Aikins se arrojó del avión sin paracaídas.
Saltó junto con otros tres individuos que sí llevaron paracaídas. Uno llevaba una cámara, otro echaba humo de forma que la gente en tierra pudiera seguir su descenso y el tercero cargaba un tanque de oxígeno, del cual se deshizo cuando llegaron a una altitud donde ya no era necesario.
Entonces los otros tres saltadores abrieron sus paracaídas y dejaron solo a Aikins.
Aikins reconoció antes del salto que estaba nervioso y su madre dijo que ella no lo vería hacerlo.
El padre de Aikins y su abuelo fueron paracaidistas, y su esposa ha realizado dos mil saltos. Su familia es propietaria de Skydive Kapowsin, cerca de Tacoma, en el estado de Washington.