La Policía Nacional Civil (PNC) sostiene, sin embargo, que casi todos los asesinatos registrados en la nación centroamericana son cometidos por pandilleros.
Las víctimas de estos crímenes ascienden a mil 11: unas 573 fueron asesinadas por las pandillas y 438 por grupos de “limpieza social” o sicarios.
Del total de asesinados, el 58.36% (590) fueron pandilleros del Barrio 18 y Mara Salvatrucha (MS13) y en el 41.64% (421) de los casos no se estableció relación de pertenencia a esas estructuras.
Las masacres (más de tres personas asesinadas) han experimentado una tendencia al alza, misma que fue advertida a mediados de septiembre por una investigación del Instituto Centroamericano de Investigaciones para el Desarrollo y el Cambio Social (Incide) .
La no gubernamental sostiene que las pandillas recrudecieron su patrón de violencia desde el 2010 y que uno de los crímenes que ha incrementado es el asesinato múltiple.
En el 2015 la cantidad de víctimas de masacres se disparó en más de un 143%, respecto al 2014, pasando de 172 a 419.
De igual forma, el número de ultimados se incrementó en un 13.5% entre enero y octubre pasados, cuando se contabilizaron 420 víctimas en comparación con el mismo lapso del 2015, cuando se registraron 370 muertos.
El exprocurador de Derechos Humanos salvadoreño David Morales aseguró en una entrevista que “claramente hemos identificado un patrón de violencia, que popularmente en El Salvador se ha denominado como violencia de extermino (…) con fines de limpieza social”.
El defensor apuntó que las modalidades en las que esta “limpieza social” se ejerce son dos: grupos de exterminio y ejecuciones extrajudiciales por agentes del Estado.
El modo de operar de estas bandas comparte “características comunes”, como el uso de ropas similares a las de los miembros de los cuerpos de seguridad y de armas largas, explicó Morales.