“Que no haya un muerto más, por favor. Queremos la paz. Ustedes son nuestros hermanos”, clamó uno de los manifestantes a los sandinistas, quienes se encontraban escoltados por decenas de agentes de la Policía Nacional.
“¡Libertad, el pueblo unido jamás será vencido!”, coreó la multitud.
“No tenemos miedo, queremos la libertad de los presos políticos y elecciones anticipadas”, dijo la manifestante María José, de 57 años.
Por su parte, los sandinistas rehusaron explicar a la prensa por qué estaban en el lugar que los opositores habían elegido para arrancar la protesta y se negaron a hablar ante los micrófonos para brindar su versión o su opinión respecto a la actual situación de Nicaragua.
Según diferentes organismos humanitarios, al menos 135 personas fueron detenidas en el marco de las protestas, pero “podrían ser” entre 400 y 500 si se incluye a personas desaparecidas.
La mayoría de los detenidos enfrentan diversos procesos judiciales acusados principalmente de terrorismo.
La oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh) ha responsabilizado al Gobierno de “más de 300 muertos”, así como por ejecuciones extrajudiciales, torturas, obstrucción a la atención médica, detenciones arbitrarias, secuestros, violencia sexual, entre otras violaciones a los derechos humanos.
Las manifestaciones contra Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, comenzaron el 18 de abril pasado por unas fallidas reformas de la seguridad social y se convirtieron en una exigencia de renuncia del mandatario, después de once años en el poder, con acusaciones de abuso y corrupción.
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