Allí se contempla la teoría planteada por expertos de que esta devota habría gozado de una buena posición económica, derivada quizá de la muerte de su esposo, del que pudo haber heredado una fortuna con la que habría apoyado a Jesús.
Pero en ciertos momentos de la historia se habría alterado la percepción de María, destaca Solana.
Una de esas ocasiones fue cuando se produjo una interpretación muy literal y con cierta inquina de los evangelios, como este de Lucas 8:1-3.
“Aconteció después que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él, y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Chuza intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes”.
Otro, las palabras del papa Gregorio en una homilía del siglo VI en la que fusionó en la Magdalena las figuras de María de Betania, hermana de Marta y Lázaro que lavó los pies de Jesús con sus cabellos, y una mujer acusada de adulterio a la que Cristo salvó de ser apedreada.
“María Magdalena podía haber sido una santa a la que Dios consintió que el demonio molestara o tentara”, señala el religioso y afirma que cabe la posibilidad de que esas mujeres fueran “personas con su propia historia, personalidad”.
Sin embargo, “las pinturas renacentistas la tratan como una pecadora arrepentida (…) De ahí pasó al arte, a la imaginación popular, a la literatura, etc. Y se creó una gran confusión”, que perdura hasta hoy en la mente de muchos, aunque dice que en el seno de la Iglesia no es el pensamiento reinante, especialmente después de una exégesis hecha a mediados del siglo pasado.
Jennifer Ristine -presidenta del Instituto Magdalena y experta en esta figura, sobre quien prepara un libro que tiene previsto que vea la luz este verano- afirma que “la imagen de María Magdalena se ha creado en base a ficción, tradiciones y malinterpretación a través de los siglos” y lamenta que “es difícil saber dónde empezó esto”.
Expone que en los siglos XIV y XVI era retratada con el pecho descubierto, el cabello rubio o pelirrojo muy largo, en una época en la que existía una tendencia a que las cortesanas “pintaran su pelo de rubio”, por lo que destaca que ya existía esta asociación “que se ha visto a través de los siglos” hasta la actual cultura popular.
“Es la mujer más citada en el evangelio, lo que significa que para los primeros grupos cristianos era, seguramente, una mujer muy importante, conocida e influyente” que, además, “siempre aparece como lideresa de los grupos de mujeres”, defiende la experta.
En su opinión, “todo este asunto es complejo, una lección moral. Todo lo que decimos empieza a formar ideas en la mente de la gente y deriva en una reputación”.
“Tenemos algunas pistas de su vida, pero realmente sigue siendo un misterio con toda la cultura que ha crecido a lo largo de los siglos”, concluye Ristine, quien continuará tratando de descifrar la historia de esta figura que, asegura, realmente existió.