De esas compañías, Bloomfield Industries es la única que decidió instalar su planta de 23 mil metros cuadrados en la propia Gran Manzana, en una zona industrial bajo una autopista en Queens, noreste de la ciudad.
Los otros abrieron sus plantas en lugares menos caros y sobre todo menos expuestos, en el norte de este estado que llega hasta la frontera con Canadá.
Cultivos legales ya existen en Denver, Colorado, centro o San Francisco, California, oeste, pero se trata de una novedad en Estados Unidos para una ciudad de más un millón de habitantes.
“Estimamos que podríamos constituir el mejor equipo de horticultores, científicos y farmacéuticos si instalábamos nuestra planta en Nueva York”, explicaron desde Bloomfield, que emplea a unas cien personas.
Visto desde el exterior, solo parece un depósito de muros gastados cuyas portones han sido obstruidos con la ayuda de bloques de cemento y las ventanas tapiadas con madera. No hay agentes de seguridad ni policías cerca.
A cargo integral del paciente
El jueves, los veinte dispensarios previstos no estarán todos abiertos. El inicio de la venta será progresivo, ya que de todos modos los pacientes comenzaron a inscribirse el 23 de diciembre pasado.
Solo podrán acceder a la marihuana las personas afectadas por enfermedades graves como cáncer, mal de Parkinson, esclerosis múltiple o ciertas formas de epilepsia.
El producto ofrecido no será hierba para fumar, sino píldoras, aceites o gotas.
Según Nicholas Vita, director general de Columbia Care, otra de las empresas elegidas, entre el 0.5 y 1.5% de la población del estado de Nueva York, es decir entre cien mil y 300 mil personas, podría ser autorizada a comprar esta marihuana con fines médicos.
El doctor Stephen Dahner, responsable médico de Vireo Health para Nueva York, otro laboratorio autorizado, prefirió de su lado ser prudente en cuanto a las estimaciones.
Dahner puso como ejemplo Minnesota, donde Vireo está presente y el consumo ha sido menor del esperado.
Ninguna de las tres empresas contactadas brindó sus tarifas, pero una fuente cercana al caso afirmó que costaría al menos unos US$200 mensuales por paciente.
Esta suma deberá ser pagada de manera íntegra por el enfermo, ya que ningún seguro médico estadounidense se hace cargo del coste de este tratamiento.
Nicholas Vita sostuvo que los pacientes que no tengan suficientes recursos recibirán descuentos.
Historia
Veinte años después de que California se convirtiese en el pionero de la legalización de la marihuana con fines terapéuticos en el país, ya son 23 estados y la capital Washington que se han subido al tren.
“La cosas se mueven en la dirección correcta”, estima Stephen Dahner, advirtiendo sin embargo que “existen aún muchos tabúes alrededor del cannabis”.
La marihuana o sus productos derivados no están sometidos al control de la agencia estadounidense de medicamentos y alimentación y se carece de estudios científicos.
Según un sondeo realizado en mayo del año pasado por el instituto Harris, el 81% de los estadounidenses se declara favorable a la legalización de la marihuana para fines médicos.