Ella caminaba afuera del establecimiento el 24 de mayo último para ayudar a un compañero a traer comida para una fiesta cuando vio un accidente automovilístico, según su abogado, Don Flanary, que habló con la cadena CNN.
Marin entró a la escuela para reportar el accidente y dejó abierta la puerta con una piedra, contó el abogado.
Cuando la maestra regresó a la puerta, mientras hablaba con los operadores del 911, vio a su compañero de trabajo escapar, y escuchó a varias personas que del otro lado de la calle gritaban: “¡Tiene un arma!”.
Flanary agregó que Marin vio que el pistolero se acercaba, por lo que cerró la puerta de una patada y corrió a un salón de clases cercano, acurrucándose debajo de un mostrador.
La maestra escuchó disparos primero al aire libre y después adentro del centro escolar, agregó el abogado, pero su llamada a emergencias fue desconectada.
Entonces, agarró sillas y luego cajas para ayudar a ocultar su ubicación y se quedó quieta.
Marin recibió un mensaje de texto de su hija para preguntarle si estaba a salvo, y le respondió: “Hay un tirador, está disparando. Está aquí”, según su abogado.
Minutos después le escribió a su hija que podía escuchar a la policía, hasta que silenció su teléfono por miedo a que el pistolero, identificado como Salvador Ramos, la encontrara.
El abogado precisó que la docente escuchó cada disparo en la escuela.
“Ella pensó que él iba a entrar y matarla, e hizo las paces con eso. Ella pensó que no saldría viva”, expresó Flanary, de acuerdo con la publicación de CNN.
El atacante atacó a otro salón y no encontró a Marin, cuyo nieto estudia en Robb Elementary, también estaba en otro lugar y sobrevivió.
Las autoridades dijeron a los días que Ramos había ingresado a la escuela por una puerta que quedó abierta, lo que exacerbó a la maestra.
“Se sentía sola, como si ni quisiera pudiera llorar. Ella se cuestionó a sí misma, como ‘¿no hice eso?’”, añadió Flanary.
Después se aclaró que el tirador había entrado por otra puerta, pero toda la experiencia afectó la salud mental de su defendida, dijo Flanary, y que ella “no puede dejar de temblar”.
“Vimos el video, no hiciste nada malo”, le dijeron los investigadores a Marin, según su defensor.
Aun así, cuando se le preguntó si la educadora regresaría al salón de clases, Flanary respondió: “No creo que jamás pueda volver a poner un pie en un campus escolar”, reveló CNN.