Díaz es originario de la ciudad de Delicias, en el Estado mexicano de Chihuahua y comenzó a manifestar los primeros síntomas del coronavirus en octubre del año pasado.
“No podía respirar, la voz se me estaba quedando, caminaba 100 metros y me cansaba totalmente”, cuenta al diario español “El País”. La gravedad de su estado requirió hospitalización, administración de esteroides y oxigenación continúa durante dos semanas.
Días después de su ingreso al hospital, perdió la vista en el ojo izquierdo, primer signo del Hongo Negro.
Luego de recibir el alta por coronavirus, Díaz comenzó sus visitas a oftalmólogos y neurocirujanos para encontrar una cura a la ceguera parcial. En ese trayecto, iniciaron las cefaleas agudas que le impidieron volver a trabajar en la maquila de productos de salud e higiene donde laboraba.
“Era un dolor de cabeza insoportable, me despertaba en la madrugada llorando del dolor y mi hija tenía que inyectarme para quitarme el dolor, para poder dormir, comer y pasar el día, así pasé casi un mes”, recuerda.
En el Instituto Mexicano de Seguridad Social (IMSS), asegura, los doctores minimizaron sus dolencias y solo le dijeron que las cefaleas eran ocasionadas por su presión alta.
Tras semanas sin un diagnóstico claro, Díaz llegó a un hospital privado de Chihuahua a finales del pasado enero. Además de una extensa relatoría de consultas e hipótesis médicas, el paciente llevaba varias cajas de analgésicos, antiinflamatorios y antibióticos generales para tratar lo que parecía una inofensiva sinusitis.
El neurocirujano Luis Ordóñez Solorio detectó en ese primer contacto una sinusitis severa que destruía la órbita del ojo e invadía la base del cráneo, así como un aneurisma cerebral. “Aunque en ese momento no existía una confirmación patológica de que se trataba de un hongo, sabíamos que era una infección agresiva y era urgente operarlo”, explicó el especialista.
Una vez tratado el aneurisma, un equipo de expertos le practicó otra cirugía para limpiar el contenido infeccioso y liberar los senos paranasales. Los médicos debieron extirpar el ojo izquierdo, que se encontraba completamente invadido por el hongo, para evitar la propagación de la infección.
Como la diseminación micótica fue interna, el paciente no desarrolló las características manchas negruzcas del hongo en el rostro. Ordóñez Solorio detalla que, a diferencia de otros pacientes, el avance del hongo fue menos agresivo en este caso porque el paciente no tenía ninguna enfermedad preexistente como diabetes o cáncer, un factor que fue determinante para lograr salvarle la vida.
Ordoñez Solorio enfatiza que el agente micótico está presente en el ambiente y es difícil saber cuántos pacientes con coronavirus pueden desarrollar una enfermedad sintomática del hongo negro.
“Lo más extraño de la medicina lo hemos aprendido con covid y eso ha sido un cambio en el pensamiento de los médicos; hemos visto cosas completamente inusuales y mucormicosis es una de ellas. Estamos ante una enfermedad que antes era muy rara, pero sí, considero que hoy, en el contexto de la pandemia, los casos reportados de mucor sí pueden estar al alza y probablemente muchos casos no están siendo diagnosticados porque a lo mejor están avanzando rápidamente”, comento el profesional.
En México el primer caso sospechoso de infección por hongo negro se dio a conocer a principios de este mes en Chalco, Estado de México, cuando Los familiares de Gregorio Avendaño Jiménez, de 34 años, aseguraron que tenía pocas semanas de haber superado el coronavirus cuando detectaron las manchas negruzcas en su cara y los dolores de cabeza. Este paciente falleció a los pocos días, pero a la fecha, las autoridades sanitarias no han confirmado el diagnóstico por mucormicosis en esta persona.
Además, el jueves último la Secretaría de Salud de Oaxaca informó de dos pacientes de covid-19 que probablemente padezcan hongo negro, pero se realizan las pruebas de laboratorio.
A Díaz, los médicos le explicaron que los esteroides que le administraron para ayudar a sus pulmones durante el covid-19 mermaron su sistema inmunológico y propiciaron la inoculación del hongo.
“Yo digo que sí hubo más casos [de mucormicosis], pero desafortunadamente sin información ni nada fallecieron por covid”, comentó Díaz.
En los últimos 15 años se han detectado unos 10 mil casos del hongo negro en México, una baja incidencia de una enfermedad que tiene una tasa de mortalidad superior al 90%, de acuerdo con los datos de la Facultad de Medicina de la UNAM.
A diferencia del covid-19, este padecimiento no se transmite de persona a persona, los hongos causantes se encuentran en el ambiente y llegan al organismo principalmente por vía aérea, gastrointestinal o cutánea.
En condiciones normales, el sistema inmunológico de una persona sana elimina el hongo. Sin embargo, cuando se está vulnerable, el riesgo de detonar la infección micótica se multiplica.
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Díaz de León ahora lucha ante los tribunales para que el IMSS le brinde gratuitamente los medicamentos para recuperarse de la infección. Él y su familia han costeado con sus propios recursos tanto el tratamiento contra el coronavirus como la mucormicosis.
“Tengo 48 años y nunca antes me había pasado nada. No soy diabético, no soy hipertenso, no he usado nada de drogas. Entonces, son ocasiones de la vida que pasan y mi palabra es la actitud y no estarse lamentando, hay que salir adelante, no hay de otra”, concluyó.