A causa de esto, la compañía Lamia es investigada por supuestas responsabilidades en la caída del avión, en la que murieron 71 de las 77 personas que iban a bordo, entre ellas jugadores y directivos del club Chapecoense brasileño, así como periodistas.
“Dejen de atacar a mi esposo, que dejen de hablar de cosas que ni ellos mismos saben porque esas personas no se dan cuenta de que mi marido dejó hijos, quienes acceden a las redes sociales”, demandó entre sollozos.
Según Daniela Pinto, que tiene tres hijos, entre ellos uno de 6 meses, “mi marido era un hombre bueno, un hombre noble, mi marido era capaz de sacarse la camisa por darle a alguien si necesitaba” .
El gerente de Lamia, Gustavo Vargas, admitió hace algunos días que la nave, un BA-146 modelo RJ85 que despegó de Santa Cruz, debió haberse reabastecido de combustible en el poblado boliviano de Cobija, en el extremo norte del país, para continuar su ruta hacia la ciudad colombiana de Medellín.
La nave siguió de largo y tampoco fue reabastecida en Bogotá, según reportes preliminares.
Una de las principales hipótesis que se maneja es que el avión se precipitó a tierra porque se quedó sin combustible poco antes de llegar al aeropuerto de Rionegro, que sirve a Medellín.
Una comisión de fiscales de Bolivia, Brasil y Colombia investigará el accidente de la empresa aérea de capitales venezolanos y bolivianos, a partir del miércoles.