En grupos pequeños, decenas de migrantes de la caravana se desviaron de la ruta prevista, burlaron un cerco policial y trataron de trepar el muro fronterizo por varios puntos, siendo repelidos por la policía fronteriza estadounidense con gas lacrimógeno.
“A las gentes que hemos identificado como personas violentas que rompieron el orden legal mexicano se procederá, conforme a la ley y a la Constitución, respetando todo derecho que tengan” pero con “firmeza”, puntualizó Navarrete, que lamentó que estos “provocadores” convencieran a mujeres y niños migrantes a participar en los sucesos.
Por la mañana, en el albergue donde se encuentran unos 5 mil centroamericanos en condiciones de hacinamiento, mientras unos hacían enormes filas parar recibir un desayuno, otros se preparaban para protagonizar otra marcha hacia el puente fronterizo El Chaparral, luego de que el pasado jueves hicieron lo mismo mientras desde Estados Unidos se realizaba un ejercicio de seguridad en el que se utilizaron incluso gases lacrimógenos.
Más de 1 mil migrantes centroamericanos, hastiados de estar ya una semana en la mexicana Tijuana, llegaron manifestando a un puente fronterizo para exigir a Estados Unidos que los reciba para presentar su solicitud de refugio. La marcha generó enfrentamientos.
Sobre las 11.20 hora local de Tijuana (19.20 GMT), centenares de migrantes lograron llegar al edificio donde se ubica la garita que conecta ambos países, con el afán de poder solicitar asilo a Estados Unidos, en tanto que otros rompieron una malla para acercarse, desde otro punto, a la frontera estadounidense.
Los migrantes improvisaron pancartas con mantas en las que dibujaron las banderas de México, Honduras y Estados Unidos, algunos otros escribieron lemas como “#Todos somos hermanos”, “Gracias México por albergar a nuestros hijos”, “Trump no somos tus enemigos”.
Helicópteros estadounidenses seguían desde el cielo los movimientos del albergue, localizado muy cerca de la valla que separa a Tijuana de San Diego, California.
Esta estrecha vigilancia es parte del dispositivo de seguridad ordenado por el presidente estadounidense, Donald Trump, quien acusa a los centroamericanos de pretender invadir Estados Unidos luego de cruzar México en una gigantesca caravana.
“Se pararon unos amigos que iban a tirarse (del muro). Y nos tiraron una bomba y un americano nos hacía señas que nos iba a matar”, indicó a Efe Alexis, un migrante hondureño integrante de la caravana.
Centenares de migrantes rompieron hoy un cerco de la Policía Federal mexicana con el afán de llegar a la garita de El Chaparral, en la frontera de la mexicana Tijuana con San Ysidro (Estados Unidos).
Un grupo de ellos treparon la primera valla fronteriza que divide ambos países, en tanto la policía fronteriza estadounidense les lanzó gases lacrimógenos, tal y como constató Efe, lo que obligó a la mayoría de ellos a replegarse.
El albergue era también resguardado por policías federales y locales en previsión de que grupos locales contrarios a los migrantes lleguen a manifestarse, como ocurrió la semana pasada.
La paciencia de los centroamericanos, en su gran mayoría hondureños, llega a su límite al darse cuenta de que podrían pasar meses para que puedan cruzar la frontera para solicitar refugio, con el argumento, principalmente, de que huyen de la pobreza y la violencia en sus países.
A medida que se acentúan las tensiones en Tijuana, desde Estados Unidos Trump presiona a México para que acepte que los centroamericanos permanezcan en su territorio a la espera de que se resuelva su solicitud de refugio.
El sábado, el diario The Washington Post publicó que Estados Unidos y el próximo gobierno mexicano que será encabezado por el izquierdista Andrés Manuel López Obrador se encaminan a un acuerdo sobre este tema.
Olga Sánchez Cordero, actual senadora y futura ministra de Gobernación (Interior) y quien era citada por el diario estadounidense para confirmar el acuerdo, precisó en un comunicado que aún no se ha cerrado pacto alguno, que el nuevo gobierno asume el 1 de diciembre y que tienen una política de “brazos abiertos” con los migrantes, con especial acento en la protección de los derechos humanos.
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