“¡Estoy tan triste! No sé qué voy a hacer. Lo que se viene es difícil. No se debajo de qué piedra me voy a esconder”, expresó a la AP Bertha Sanles, una inmigrante de 39 años que vive ilegalmente en el país desde que llegó desde Nicaragua a los 22 en busca de un porvenir económico.
“Soy una indocumentada. Siento miedo. Me expuse tanto, confié tanto en que podía tener una oportunidad, y ahora estoy en manos de mi verdugo”, expresó la mujer, tras conocer el triunfo de Trump.
Seis de cada 10 electores hispanos en Estados Unidos dieron su voto a Clinton, según encuestas de boca de urna que estimaron la participación latina en 11% del electorado nacional. Trump, sin embargo, triunfó con el apoyo del voto de la población blanca estadounidense, entre otros.
En su campaña para llegar a la presidencia, Trump aseguró que construiría un muro en la frontera con México y formaría un grupo especial para deportar a millones de inmigrantes.
Clinton, por su parte, dijo que avalaba una reforma migratoria integral que regularizara el estatus migratorio de quienes están en el país sin permiso y les allanara el camino a la ciudadanía.
Ramón García, un camarero que nació en México y votó por Clinton por la mañana, no disimuló su malestar el martes por la noche.
“No me gusta nada que Trump gane”, dijo el inmigrante naturalizado, quien se acercó al centro de convenciones en Manhattan donde Clinton iba a celebrar su victoria. “Tengo amigos indocumentados. Temo por ellos. Su situación se viene más difícil”.
En Estados Unidos viven cerca de 55,3 millones de latinos, de los cuales unos 11 millones permanecen ilegalmente.
Sanles, que limpia casas y cuida niños, confiaba en un triunfo de Clinton.
Con Trump en el poder, teme que ella, su esposo y su hija de 22 años sean deportados. La hija está protegida temporalmente por un programa del presidente Barack Obama que frenó la repatriación de chicos que llegaron de niños, pero Trump ha dicho que terminará con esas acciones ejecutivas del mandatario actual.
El esposo de Sanles también está ilegalmente en el país, y su hija menor, de 11 años, es ciudadana estadounidense. La familia contempla ahora regresar a Nicaragua, al considerar que “es lo más seguro”, dijo la mujer.
Más de 27,3 millones de hispanos estaban en condiciones de votar, pero la organización de funcionarios latinos electos NALEO preveía que solo unos 13,1 millones acudirían a las urnas, un aumento del 17% con respecto a los 11,2 millones de hispanos que sufragaron en comicios presidenciales del 2012.
“Ni en mis peores pesadillas pensé que podría pasar esto. Siento bastante preocupación, miedo, incertidumbre, frustración”, expresó Adrian Escarate, un chileno de 28 años que llegó a Estados Unidos cuando tenía tres años, junto a sus padres y un hermano mayor. Ahora él está amparado temporalmente por la acción ejecutiva de Obama, pero teme que Trump la elimine. Su hermano se naturalizó estadounidense tras casarse con una ciudadana, y luego reclamó a sus padres como residentes permanentes.
55.3 millones de latinos viven en EE. UU., de los cuales unos 11 millones permanecen ilegalmente.
27.3 millones de hispanos estaban en condiciones de votar, acudieron unos 13.1 millones
409,000 inmigrantes expulsó el gobierno de Barack Obama en 2012, lo que constituyó un récord
235,000 fueron expulsados en el año fiscal 2015.
“No sé qué pasará conmigo porque su campaña (la de Trump) era muy antiinmigrante, crear un muro, deportar a 11 millones de personas, quitar todo lo que dio Obama”, dijo Escarate, que trabaja como profesor de tenis y por la acción ejecutiva de Obama consiguió una licencia de conducir y permiso de trabajo.
Aunque los hispanos han visto a Trump como la mayor amenaza para su comunidad, los demócratas han tenido también políticas duras: Obama impuso un récord con la expulsión de 409.000 inmigrantes en 2012, aunque en los últimos años redujo el ritmo de las deportaciones (en el año fiscal 2015 fueron repatriadas 235.000 personas).
Pese al apoyo mayoritario de los latinos a Clinton, hay quienes votaron por Trump y festejaban su triunfo
Robert Herrera, un ecuatoriano de 31 años que ahora es ciudadano estadounidense, se plantó frente al hotel Hilton donde Trump se encontraba el martes por la noche. Junto a otros partidarios del magnate, izó una bandera azul con el nombre de “Trump” y lució una gorra roja con el lema de la campaña del republicano: Make America Great Again (“Haz que América sea grande de nuevo”).
“Es injusto que los ilegales vengan aquí y que les sirvan todo gratis”, dijo a la AP. “Nosotros trabajamos muy duro y pagamos impuestos”.
Herrera llegó a Estados Unidos en 1990 de forma legal, dijo, debido a un pariente puertorriqueño que pudo solicitar papeles para su familia.
“Trump habla de los ilegales que hacen maldades. Él no va a sacar a todo el mundo, eso es imposible”, dijo Herrera, quien trabaja como camarero de hotel. “Trump habla de los que roban y matan. México no coge a esa gente para atrás y eso no es justo”.
Herrera dijo también que Trump mejorará la economía y “traerá trabajo para todo el mundo”.
Daniel Palacios, de 19 años, también se unió al grupo de partidarios de Trump para mostrar su apoyo al candidato en la Sexta Avenida.
Palacios dijo que su madre es una mexicana sin autorización para vivir en el país y que su padre es israelí. Palacios, que nació en Estados Unidos, estudia finanzas en Nueva York.
Cuando se le preguntó si no teme que Trump deporte a su madre, quien llego al país en 1995, Palacios respondió que eso no ocurrirá.
“Trump se refiere a los violentos y a los que no hacen nada. No se refiere a los trabajadores”, dijo. “Ella paga impuestos y ama este país”.
Cientos de organizaciones de latinos de todo el país organizaron fiestas para esperar juntos el resultado de los comicios.
En la Florida, uno de los estados claves en la contienda electoral, la comunidad puertorriqueña del centro del estado y otros grupos de hispanos se reunieron en Orlando con el lema “Unidos ganamos”, mientras otras organizaciones de latinos hicieron lo propio en Miami. En Nueva York se habían organizado fiestas con piñatas con la imagen de Trump.
También los musulmanes temen
“Tengo mucho miedo, ¿habrá más guerras?”, se preguntó este miércoles el activista musulmán Alijah Diete, mientras Donald Trump se hacia de la victoria electoral en Estados Unidos.
Los musulmanes se resistían a aceptar la noticia de que el candidato republicano, que hizo campaña con una fuerte retórica anti-islam, se convertirá en presidente de la superpotencia.
Trump hizo su declaración más controvertida acerca del islam en diciembre pasado, suscitando la ira entre sus 1.500 millones de fieles, cuando llamó a prohibirles la entrada a Estados Unidos luego de una matanza perpetrada en California.
“Los norteamericanos están otra vez arruinando el mundo”, dijo Syed Tashfin Chowdhury, un bangladesí que tiene amigos en Estados Unidos. Miles de personas en su país se quedaron asombrados cuando aparecieron los resultados en Facebook y reaccionaron horrorizados.
Un responsable gubernamental paquistaní, que prefirió no dar su nombre, dijo que se trataba de noticias “absolutamente atroces y horrorosas”, mientras otros en el país también lamentaban los resultados.
“Estoy decepcionado de ver ganar a Donald Trump porque Hillary Clinton es una buena mujer, buena para Pakistán y los musulmanes en todo el mundo”, dijo Ishaq Khan, de 32 años, hablando en un mercado de Islamabad. “Ella hablaba de la paz mundial, mientras Trump hablaba de combatir a los musulmanes”.
En Indonesia, el país con mayor población musulmana del mundo, existe un creciente nerviosismo sobre cómo evolucionará la relación con este aliado tradicional y cómo afectará una presidencia de Trump a las relaciones con el mundo musulmán.
“Me preocupa mucho que la relación entre Estados Unidos y los países musulmanes vuelva a tensarse”, dijo Diete, una activista musulmana de 47 años.
A Nikken Suardini, que trabaja para una consultoría jurídica en la capital, Yakarta, le preocupa una eventual prohibición de entrada a los musulmanes. “Va a impedir a los musulmanes entrar a Estados Unidos y eso no es justo”.
También existe preocupación de que Trump adopte políticas antimusulmanas que alimenten el extremismo islámico a escala global en momentos en que el mundo enfrenta una amenaza yihadista.
“Cuando Estados Unidos ejerce un poder fuerte, los extremistas cobran importancia”, dijo Zuhairi Misrawi, un experto de la organización moderada islámica Nahdlatul Ulama.
“Quienes estarán más contentos si gana Trump son los del EI”, dijo, al referirse al grupo yihadista que el candidato prometió aniquilar en sus bastiones de Siria e Irak.