“Es el momento de denunciar las fronteras asesinas que fueron erigidas en nuestro nombre”, declararon los organizadores de este “Día europeo de acción por los refugiados”, que cuenta con el respaldo de varias asociaciones y oenegés, como Amnistía Internacional, y que tiene lugar dos días antes de la cumbre extraordinaria de ministros del Interior de la UNión Europea (UE) sobre la crisis migratoria.
Paralelamente, se efectuaron manifestaciones contra la acogida de migrantes en Polonia, República Checa y Eslovaquia principalmente, en una muestra de la profunda división que provoca este asunto en el continente.
El sábado, el primer ministro húngaro Viktor Orban, partidario de una línea dura contra los migrantes, se pronunció a favor de un plan de ayuda millonario para los países vecinos de Siria –Turquía, Líbano, Jordania– que albergan por sí solos a cuatro millones de refugiados, para tratar de resolver la crisis.
Hungría, que afirma que más de 180 mil migrantes han cruzado sus fronteras, espera bloquear el paso de los refugiados a partir del 15 de septiembre gracias a una doble alambrada en su frontera con Serbia.
Cinismo
“Si hace falta más dinero aumentaremos la ayuda, hasta que el flujo de migrantes se agote”, dijo Orban al diario alemán Bild. Según él, “los migrantes no vienen de zonas en guerra, sino de campamentos” situados en países fronterizos donde estaban “seguros”.
Sus declaraciones fueron rechazados por ser “extremadamente cínicas” por la encargada de cuestiones de integración del gobierno alemán, Aydan Özoguz.
Por su parte, el canciller austriaco, Werner Faymann, reprendió duramente a Orban al considerar que el trato que Hungría daba a los refugiados que atraviesan su país podría compararse con el periodo nazi.
“Encerrar amontonados a los refugiados en los trenes con la esperanza de que se vayan muy lejos despierta el recuerdo del periodo más sombrío de nuestro continente”, juzgó Faymann en el semanario alemán Der Spiegel. Viktor Orban “lleva a cabo deliberadamente una política de disuasión”, agregó.
En Alemania, solo en la noche del viernes mil 675 personas llegaron a la estación de Múnich entre medianoche y las seis de la mañana del sábado, según la policía regional. El viernes, cinco mil 821 migrantes llegaron a la capital de Baviera.
Con todo, Berlín no consiguió convencer el viernes a Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría de la necesidad de “solidaridad europea” frente a la crisis migratoria, considerada como el “mayor desafío de la historia de la UE” por el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Franck-Walter Steinmeier.
Probar suerte
En los pasos fronterizos, como entre Serbia y Hungría, el aflujo de migrantes aumentó desde que Berlín anunciara, el mes pasado, que iba a aliviar sus condiciones de acogida para los sirios.
Cubriéndose con bolsas de basura para protegerse de la lluvia cerca de un autobús cuyo destino desconocen, paquistaníes en la frontera serbo-húngara admitían que habían probado suerte tras haber visto imágenes de otros migrantes que habían finalizado su viaje con éxito.
“Vimos por televisión que otra gente había conseguido llegar a Europa, sabemos que es muy complicado tener visados”, confió un hombre de rostro esquelético, con un viejo maletín en mano.
Más de 430 mil migrantes y refugiados atravesaron el Mediterráneo desde enero, y cerca de dos mil 748 fallecieron o desaparecieron en el intento, según la Organización Mundial para las Migraciones.
Crisis de refugiados sirios en zonas de Hungría.