“Una mujer, que además es de avanzada edad, fue condenada por primera vez a prisión”, señalan los testigos de Jehová en un comunicado, en el que denuncian una “sentencia de una crueldad sin precedentes”.
El tribunal de Abakán, capital de la república rusa de Jakasia, declaró a Valentina Baranovskaya culpable de “participación en una organización prohibida”.
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Su hijo, Román Baranovsky, fue condenado a seis años de prisión por “organizar las actividades” del grupo religioso.
Según la organización, se han dictado 71 condenas y nueve testigos de Jehová cumplen actualmente penas de prisión en Rusia.
Los testigos de Jehová fueron prohibidos en 2017 y su movimiento es considerado “extremista” por el ministerio de Justicia, un término vago que puede aplicarse a una organización “terrorista”, a una secta o a grupos de oposición.
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Este culto es denunciado por la poderosa iglesia ortodoxa rusa, cercana al Kremlin.
Las autoridades llevan a cabo una política de promoción de la identidad rusa, basada en un cierto conservadurismo que tiene sus raíces en el culto ortodoxo.
Los testigos de Jehová, movimiento fundado en la década de 1870 en Estados Unidos, se consideran los únicos fieles al cristianismo original.
Regularmente se les acusa de derivas sectarias.