Esas mujeres lo describen como un hombre que no dudaba en evaluar públicamente su apariencia física, en ridiculizarlas con nombres sexistas e incluso en besarlas en la boca sin su autorización.
Louise Sunshine, una exejecutiva de su compañía, defendió sin embargo a su expatrón, a quien calificó de “mentor”. Y Barbara Res reveló que, a pesar de su comportamiento con las mujeres, Donald Trump le había atribuido importantes responsabilidades.
“El malvado New York Times volvió a publicar un artículo en mi contra. Todo el mundo está impresionado por el modo en que trato a las mujeres; no han encontrado nada. ¡Es un chiste!”, replicó Donald Trump en Twitter.
El presidente del comité nacional del Partido Republicano, Reince Priebus, intentó no sin dificultades defender al candidato presidencial en noviembre. “No creo que las personas vean la vida privada de Donald Trump y se sorprendan de que haya tenido novias en el pasado. No es por eso que la gente quiere a Donald Trump”, declaró a Fox News.
El equipo de Trump también defendió el rechazo del multimillonario empresario a divulgar sus declaraciones de ingresos, una tradición arraigada entre los candidatos presidenciales.
El magnate arguye que quiere aguardar al fin de los controles fiscales de que es objeto, lo que podría llevar años.
Paul Manafort, uno de los responsables de la campaña de Donald Trump, dijo que esos controles abarcaban los últimos ocho años.
“Son los medios los que están interesados en eso, al estadounidense medio no le interesa”, dijo en CNN.
Manafort también defendió a su jefe después de que The Washington Post publicara la grabación de una entrevista de 1991 entre un periodista de la revista People y un hombre que decía llamarse John Miller y ser portavoz de Donald Trump, y cuya voz se parecía notablemente a la del millonario empresario. “Donald Trump dice que no es él y yo le creo”, aseguró Paul Manafort.
Sin embargo, en 1990, el propio Trump reconoció que a veces se hacía pasar portavoz ficticio de sí mismo.